06.12.2012 Views

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CIENCIA FICCIÓN<br />

Pedro sacudió <strong>la</strong> cabeza benévo<strong>la</strong>mente. —A ti te encantan los<br />

tarequitos.<br />

—Me privan —reconoció Sergio—, me vuelven loco.<br />

—Y tú eres el que no quiere el shift; con <strong>la</strong> cantidad de tarequitos<br />

que no entran por incompatibilidad de estándares.<br />

—Precisamente por eso. Si mañana todas <strong>la</strong>s pirujitas de<br />

secundaria fueran a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> con tacitas como ésta, me iba a<br />

deprimir cantidad. Ahora, yo soy una de <strong>la</strong>s cuatro o cinco personas<br />

en esta ciudad que tienen algo como esto. Dale, acaba de<br />

echarme el café.<br />

Marquito se acomodó <strong>la</strong>s cartucheras y pistoleras con ademanes<br />

viriles. Tenía el Ka<strong>la</strong>shnikov cruzado sobre el hombro, un pie<br />

ade<strong>la</strong>ntado para adoptar una pose perdonavidas y <strong>la</strong> barbil<strong>la</strong> tan<br />

levantada que le debía ser incómodo mirar al frente. Llevaba dos<br />

fundas, una a <strong>la</strong> derecha para <strong>la</strong> nueve milímetros y otra a <strong>la</strong><br />

izquierda para el revólver, y cananas para <strong>la</strong>s tres armas.<br />

Cintras, de pie junto a él, rastril<strong>la</strong>ba una y otra vez el fusil,<br />

profiriendo expletivos y flexionando <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s cada vez que<br />

terminaba el ciclo del mecanismo. Llevaba el casco con los cierres<br />

sueltos y se le ba<strong>la</strong>nceaba con cada movimiento brusco.<br />

<strong>El</strong> Coco terminaba un cigarro sentado sobre <strong>la</strong> herrumbrosa<br />

cureña de uno de los grandes cañones españoles, con el Ka<strong>la</strong>shnikov<br />

en el regazo y cara de estar sacando cuentas; sus <strong>la</strong>bios musitaban<br />

números de vez en cuando.<br />

Alrededor de ellos, <strong>la</strong> exp<strong>la</strong>nada exterior de <strong>la</strong> batería costera<br />

de tiempos coloniales estaba llena de vehículos y hombres armados<br />

o por armar, acompañando a los enormes cañones Ordóñez<br />

con un ajetreo guerrero que éstos no veían desde hacía más de un<br />

siglo. Por suerte para los hombres no había luna, y sus preparativos<br />

no eran visibles para <strong>la</strong> gente que estuviera en <strong>El</strong> Morro o en<br />

los primeros edificios de <strong>la</strong> urbanización del Este. Del reparto de<br />

La Cabaña y cercanías los tapaban <strong>la</strong> concavidad del terreno y <strong>la</strong><br />

245

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!