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El martillo y la hoz y otros cuentos - Isliada

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LITERATURA POLICIAL<br />

(¿dónde, cuáles, por cuánto tiempo?). Que lo internó en un asilo<br />

y allí murió al cabo de los meses (¿trámites a través de quién, en<br />

cuál ciudad, cuál asilo, por qué nunca fue a visitarlo?). Esta es <strong>la</strong><br />

gran oportunidad… pero está el dinero.<br />

Desde <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> le llega <strong>la</strong> voz del hombre.<br />

Usted nunca ha expresado su pesar en voz alta. Nadie tiene<br />

que sospechar que su mano está en esto.<br />

La taza se hunde en el agua del p<strong>la</strong>tón. Se percata de los temblores<br />

cuando <strong>la</strong> frota en el pañito de <strong>la</strong>s manos. Y regresa con <strong>la</strong><br />

convicción de que solo cinco minutos y lo despacha. Hay algo que<br />

no anda c<strong>la</strong>ro. Nada anda c<strong>la</strong>ro.<br />

¿Usted está seguro de lo que está diciendo? —y le alcanza el<br />

p<strong>la</strong>tillo tintineante.<br />

Es lógica esa primera reacción suya. Yo sabía que sería de esa<br />

manera, por eso le hice <strong>la</strong> propuesta de precio. Su entrega y su<br />

dedicación a ese hombre merecen una recompensa.<br />

Desde el patio siente el revoloteo de <strong>la</strong>s gallinas, que siguen<br />

asediando <strong>la</strong> comida del cerdo.<br />

Hay cosas que no entiendo…<br />

Usted no tiene que entender muchas cosas, señora. Solo deje<br />

<strong>la</strong> puerta abierta esta noche a <strong>la</strong>s siete, que haya testigos de que<br />

se escapó. Del resto yo me encargo.<br />

Yo no puedo hacer eso.<br />

Lo que no puede hacer es perder <strong>la</strong> oportunidad. No es el<br />

primer enfermo mental que viene a nuestras manos porque se<br />

extravía. Con <strong>la</strong> diferencia de que en ese caso ya vienen gratis.<br />

Usted no tiene a nadie a quien rendir cuentas, por eso no tiene que<br />

darle explicaciones a nadie. Los vecinos, los amigos, <strong>otros</strong> viejos,<br />

saben que él se escapaba. Y quinientos dó<strong>la</strong>res son quinientos<br />

dó<strong>la</strong>res.<br />

¿Y a dónde lo llevaría, si es que se lo lleva?<br />

A <strong>la</strong> residencia del Jefe —y escurre <strong>la</strong> taza—. Muy buen café.<br />

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