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Psicologia recreativa - Konstantin Platonov-

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de verdades muy conocidas hace tiempo. Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a ellas desde la posición de los conocimientos modernos. En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y la hormiga, y otras muchas cosas?

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de
verdades muy conocidas hace tiempo.
Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a
la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a
ellas desde la posición de los conocimientos modernos.
En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura
sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la
conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el
pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y
la hormiga, y otras muchas cosas?

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<strong>Psicologia</strong> <strong>recreativa</strong> www.librosmaravillosos.com <strong>Konstantin</strong> <strong>Platonov</strong><br />

Esa ilusión aparece también cuando el valle entero desciende de manera más<br />

abrupta que el camino y el arroyo por su ladera. Esa ilusión pueden producirla<br />

asimismo los contornos de las cumbres que cierran el valle.<br />

Ese fenómeno me estorbó mucho cuando estuve viajando en mi automóvil por el<br />

Cáucaso. Por ejemplo, viendo que la carretera corría hacia abajo, yo economizaba<br />

gasolina poniendo la palanca de velocidades en "punto muerto", pero el coche se<br />

paraba.<br />

En Terskol, cerca del Elbrús, examinamos mucho tiempo el motor y el encendido,<br />

puesto que el automóvil, según nos parecía, tiraba muy mal inclusive en los suaves<br />

repechos de la carretera. Únicamente a la vuelta comprendimos que habíamos sido<br />

injustos con el coche: la pendiente era pequeña: sólo respecto a la empinada subida<br />

del desfiladero de Baxán.<br />

23. Errores de apreciación<br />

Nuestros ojos no saben conocer la naturaleza de los objetos, por eso no les<br />

atribuyas el error de la razón.<br />

Esas justas palabras han sido tomadas del poema didáctico La naturaleza de las<br />

cosas, escrito por el filósofo romano Lucrecio Caro hace más de dos mil años.<br />

Colaboración de Sergio Barros 119 Preparado por Patricio Barros

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