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Psicologia recreativa - Konstantin Platonov-

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de verdades muy conocidas hace tiempo. Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a ellas desde la posición de los conocimientos modernos. En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y la hormiga, y otras muchas cosas?

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de
verdades muy conocidas hace tiempo.
Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a
la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a
ellas desde la posición de los conocimientos modernos.
En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura
sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la
conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el
pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y
la hormiga, y otras muchas cosas?

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<strong>Psicologia</strong> <strong>recreativa</strong> www.librosmaravillosos.com <strong>Konstantin</strong> <strong>Platonov</strong><br />

— Diga, por favor, ¿qué advirtió usted en general? —inquirió irónico Meislik.<br />

— Simplemente un estado de ánimo general —respondió con vaguedad el poeta—.<br />

Sabe usted, una calle desierta... larga... antes del amanecer... Y una figura<br />

femenina en el suelo... ¡Espere un poco! — saltó de pronto el poeta—. Yo escribí un<br />

verso sobre esto cuando llegué a casa.<br />

Empezó a revolver en sus bolsillos, sacando cuentas, sobres y trozos arrugados de<br />

papel.<br />

— Esto no es, y esto tampoco... ¡Ah!, aquí está, me parece. —Y sumióse en la<br />

lectura de unas líneas escritas en un sobre vuelto del revés.<br />

— Muéstremelo —propuso Meislik obsequioso.<br />

— En realidad, éstos no son mis mejores versos —el poeta se hizo el modesto—,<br />

pero, si quiere, los recitaré.<br />

Poniendo los ojos en blanco, comenzó a recitar cantando:<br />

Velaba las casas el calado azur.<br />

Tocaba ya al alba una mandolina.<br />

Se ruborizaba, con luz purpurina,<br />

una joven.<br />

A usted, en Singapur,<br />

lo llevaba un coche de pista embalado.<br />

Con los tulipanes rotos, empolvado,<br />

fue perdiendo el miedo de alucinación<br />

Insensiblemente... todo fue olvidado.<br />

¡Oh, cisne de cuello ondulado,<br />

pecho despechado!<br />

¡Oh, tambor, palillos,<br />

drama de blasón!<br />

— Eso es todo —dijo el poeta.<br />

Perdone, ¿qué significa todo esto? — preguntó Meislik—. ¿De qué se trata aquí?<br />

— ¿Cómo de qué? Del accidente de automóvil — asombróse el poeta—. ¿Acaso no lo<br />

comprende?<br />

Colaboración de Sergio Barros 243 Preparado por Patricio Barros

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