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Psicologia recreativa - Konstantin Platonov-

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de verdades muy conocidas hace tiempo. Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a ellas desde la posición de los conocimientos modernos. En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y la hormiga, y otras muchas cosas?

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de
verdades muy conocidas hace tiempo.
Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a
la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a
ellas desde la posición de los conocimientos modernos.
En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura
sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la
conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el
pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y
la hormiga, y otras muchas cosas?

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<strong>Psicologia</strong> <strong>recreativa</strong> www.librosmaravillosos.com <strong>Konstantin</strong> <strong>Platonov</strong><br />

la existencia. En el hombre, la imitación puede ser voluntaria y muy útil. Porque la<br />

aspiración a un ideal es también una forma de imitación voluntaria.<br />

6. Una decisión justa<br />

Yo estaba en el aeródromo junto al comandante del regimiento de aviación, cuando<br />

N., piloto de un caza, sin haber tenido tiempo de despegar, interrumpió el vuelo,<br />

volvióse bruscamente y viró a un lado. Cuando nos acercamos al aparato, N. había<br />

salido ya de él. Pálido, con su mano visiblemente temblona, aplicada al casco, dio el<br />

parte:<br />

— Camarada coronel: Interrumpí mi despegue porque se me atravesó una liebre en<br />

el camino. Comprendo que esto es una estupidez, pero es de mal agüero. ¿Me<br />

autoriza a despegar por segunda vez?<br />

Yo ignoraba cómo procedería el comandante del regimiento. El no podía estimular<br />

una superstición y anular el vuelo. Pero tampoco podía enviar a una tarea de<br />

combate a un piloto (el caso ocurrió durante la Gran Guerra Patria) cuya voluntad<br />

estaba socavada y que se encontraba evidentemente desconcertado. Además de<br />

condenar al piloto a una derrota segura, eso significaba fortalecer la superstición y<br />

obligar a otros a creer en ese agüero: ¿pues no habían derribado a N. precisamente<br />

después que se le atravesó una liebre en el camino?<br />

Y el comandante del regimiento, tras de reflexionar (según se aclaró luego, en lo<br />

mismo que yo), halló en seguida una decisión acertada. Abarcando al piloto con una<br />

mirada rebosante de desprecio, ordenó:<br />

— Demore el vuelo. Usted no se lo merece. Como castigo por su acto, le arresto<br />

cinco días a pelar patatas en la cocina. Usted no vale ahora para otro trabajo mejor.<br />

Allí tendrá tiempo de pensar en agüeros.<br />

Cuando terminó la guerra, N. era Héroe de la Unión Soviética.<br />

Las palabras "comprendo que esto es una estupidez" demuestran que el acto del<br />

piloto reveló más superstición que prejuicio. Aunque en sus manifestaciones la una<br />

y el otro están, por lo general, muy relacionados, psicológicamente son diferentes.<br />

En el prejuicio prevalece el pensamiento inseguro, erróneo; en la superstición, la<br />

emoción. Lenin dijo: "...La ignorancia dista menos de la verdad que el prejuicio",<br />

Colaboración de Sergio Barros 268 Preparado por Patricio Barros

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