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Psicologia recreativa - Konstantin Platonov-

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de verdades muy conocidas hace tiempo. Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a ellas desde la posición de los conocimientos modernos. En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y la hormiga, y otras muchas cosas?

Este libro no es un manual de psicología ni siquiera una exposición popular de
verdades muy conocidas hace tiempo.
Su autor, notable psicólogo, ha reunido en él numerosas cuestiones que interesan a
la juventud, y en relatos cortos, entretenidos y accesibles, ha dado respuestas a
ellas desde la posición de los conocimientos modernos.
En efecto, ¿a quién no le interesa hoy cómo debe ser el hombre de la futura
sociedad comunista; cómo desarrollar la voluntad, la memoria, ser atento; qué es la
conciencia, el deber y el amor desde el ángulo de la ciencia psicológica; puede el
pensamiento transmitirse a distancia; qué es el sueño; tienen conciencia el perro y
la hormiga, y otras muchas cosas?

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<strong>Psicologia</strong> <strong>recreativa</strong> www.librosmaravillosos.com <strong>Konstantin</strong> <strong>Platonov</strong><br />

Periodista: ¿En ese infierno ustedes se acordaron del cumpleaños<br />

de un camarada? ¡Esto suena a inenarrable! ¿Ustedes no pensaban<br />

en la muerte, míster Ziganshin?<br />

Ziganshin: No, pensábamos en que éramos demasiado jóvenes<br />

para rendirnos fácilmente.<br />

Periodista: ¿A qué se dedicaban ustedes para acortar sus largos<br />

días. Por ejemplo Ud. míster Poplavsky?<br />

Poplavsky: Afilábamos nuestros anzuelos de pescar, cortábamos<br />

los cebos artificiales de una lata de conservas, destrenzamos una<br />

maroma y torcimos sedales. Asjat Ziganshin reparó la lámpara de<br />

señales Yo a veces leía en voz alta un libro.<br />

Periodista: ¿Cómo se titulaba ese libro?<br />

Poplavski: Martín Edén, de Jack London.<br />

Periodista: Esto suena a inenarrable.<br />

Fedótov: A veces, Filipp tocaba la armónica y nosotros<br />

cantábamos.<br />

Periodista: Muéstreme esa armónica histórica.<br />

Fedótov: Por desgracia, nos la comimos.<br />

Periodista: ¡¿Qué?! ¡¿Cómo se la comieron?!<br />

Fedótov: Muy sencillamente. La armónica tenía partes de cuero.<br />

Las arrancamos, las partimos en trozos y las cocimos en agua del<br />

mar. El cuero resultó ser de cordero; bromeábamos, diciendo que<br />

teníamos dos clases de carne: de primera clase, el cuero de la<br />

armónica, y de segunda clase, el cuero de las botas.<br />

Periodista: ¿Y tenían ustedes aún energía para bromear? ¡Esto es<br />

incomprensible! ¿Saben ustedes qué clase de hombres son?<br />

Ziganshin: Corrientes. ¡Soviéticos!"<br />

3. El tiempo, la conciencia y yo<br />

En este caso yo no soy meramente yo, el autor, sino también yo, el lector. Incluso<br />

lector más que autor. Y no sólo porque el autor es viejo y el lector joven, sino<br />

también porque este libro ha sido escrito para el lector y sobre el lector.<br />

Colaboración de Sergio Barros 7 Preparado por Patricio Barros

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