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las respuestas religiosas ante las plagas del ... - e-Spacio - UNED

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y locales, como ruegos, plegarias y procesiones cercanas, o de distrito, en templos,<br />

ermitas o santuarios de la propia localidad.<br />

En el caso de persistir la desgracia, se procedía a otros métodos más complejos, de<br />

mayor gasto y participación. Tal era el caso de <strong>las</strong> procesiones generales, pretendiendo<br />

el socorro de figuras celestiales más potentes, ubicadas a <strong>las</strong> afueras de la población o<br />

lejos de ella; o también, la utilización de aguas milagrosas traídas de ermitas famosas,<br />

que, en función de su distancia, suponía otra forma de gradación.<br />

Finalmente, los votos y, más aún, <strong>las</strong> excomuniones, solían dejarse como últimos<br />

recursos, los primeros por la gran onerosidad que suponían para el presente y futuro de<br />

<strong>las</strong> poblaciones, y <strong>las</strong> segundas, por el carácter cuasi heterodoxo que destilaban y que<br />

hacía restringir<strong>las</strong> al máximo 231 .<br />

Esta utilización creciente de los recursos espirituales, podemos ilustrarla<br />

parcialmente con la respuesta que el regimiento de Medina de Rioseco ofreció a la<br />

aparición de una plaga de langosta en el verano de 1627:<br />

232 .<br />

231 Ver Christian, Religiosidad local..., pp. 86-89 y 117-118.<br />

232 Crónicas de antaño..., p. 177. Al hilo de la gradación, conviene añadir que medio año después volvió la<br />

plaga, repitiéndose los conjuros, rezados esta vez por religiosos devotos, especialmente uno que residía en<br />

Toro, el Padre José de San Francisco, , según el Regimiento. Parece<br />

ser que los rezos de éste ayudaron a disminuir mucho la plaga, Crónicas..., p. 178.<br />

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