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las respuestas religiosas ante las plagas del ... - e-Spacio - UNED

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para atraerlos y abrasarlos al tratar de salvarlos.<br />

Cuando la plaga desaparecía era hora de agradecer al Altísimo haber vuelto los ojos<br />

hacia la comunidad peticionaria, aunque la Iglesia sugiriese que esto debía llevarse a<br />

cabo incluso cuando la respuesta fuese negativa. Tres tipos de ceremonia solían<br />

desarrollarse, siendo la más habitual de nuevo la misa y procesión, que tuvo su máximo<br />

exponente en <strong>las</strong> segovianas en honor de Nuestra Señora de la Fuencisla.<br />

Otras veces se celebraban fiestas en honor <strong>del</strong> protector que había atendido la demanda<br />

de socorro. Finalmente, también se hacían ofrendas al intercesor, consistentes en tal<strong>las</strong>,<br />

cuadros e incluso ermitas enteras.<br />

La lucha contra <strong>las</strong> <strong>plagas</strong> <strong>del</strong> campo fue, en suma, uno de los principales combates<br />

que la sociedad española <strong>del</strong> siglo XVII mantuvo diariamente con una naturaleza hostil.<br />

En este campo, la Iglesia católica desplegó todo su arsenal de medidas espirituales tras<br />

explicar al creyente por qué Dios permitía la calamidad. Después de este primer<br />

consuelo en la desgracia, se ponían en marcha <strong>las</strong> iniciativas para ganar la batalla. Por<br />

un lado, se reclutaban a todos los intercesores disponibles: Cristo, la Virgen, los santos y<br />

<strong>las</strong> Ánimas <strong>del</strong> Purgatorio. Y por otro, se utilizaban todo tipo de fórmu<strong>las</strong>, tanto <strong>las</strong><br />

consideradas ortodoxas como aquel<strong>las</strong> que lindaban con el resbaladizo terreno de la<br />

heterodoxia, el mundo de la vana observancia, la superstición y la magia. Asistimos, por<br />

tanto, a una doble confrontación para paliar el azote: la <strong>del</strong> hombre con la plaga y la de la<br />

religiosidad oficial con la popular. Si el resultado de la primera lucha parecía incierto, el<br />

de la segunda no le iba a la zaga. Así, la mayoría de <strong>las</strong> fórmu<strong>las</strong> <strong>religiosas</strong> utilizadas se<br />

hallaban cercanas a la quebradiza línea que separaba lo autorizado de lo prohibido. A<br />

pesar de la poderosa maquinaria eclesial, la religiosidad continuó siendo un espacio<br />

fronterizo entre la imposición oficial y la vivencia propia de <strong>las</strong> c<strong>las</strong>es populares dur<strong>ante</strong><br />

todo el siglo XVII.<br />

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