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las respuestas religiosas ante las plagas del ... - e-Spacio - UNED

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El primero es, sin duda, el sujeto que se invoca. Según Antonio de Escobar y<br />

Mendoza, en su Examen y práctica de confesores, y penitentes, nos podemos dirigir a<br />

Dios y Cristo por sí mismos o por los santos; pero también a la Virgen María, ángeles y<br />

hombres santos, rogándolos.<br />

En segundo lugar, nos encontramos con los objetivos que se buscaban. Para el<br />

propio Escobar, <strong>las</strong> peticiones que podían requerirse en los conjuros debían ser<br />

verdaderas, justas y necesarias. La hacía referencia a que los seres<br />

invocados fueran los señalados en el párrafo <strong>ante</strong>rior; la , a que se<br />

solicitaran deseos justos y buenos; y la , que <strong>las</strong> peticiones se hicieran<br />

con el debido respeto a <strong>las</strong> figuras sagradas ya mencionadas, utilidad y provecho 561 .<br />

Un tercer requisito, éste esencial, era la forma en que se llevaban a cabo los<br />

conjuros contra <strong>las</strong> <strong>plagas</strong>, dado que para la inmensa mayoría de los autores, en la línea<br />

de la Jerarquía, <strong>las</strong> <strong>plagas</strong> <strong>del</strong> campo, así como el resto de desgracias naturales, podían<br />

perfectamente conjurarse en época de azote para el hombre, tal y como afirma el padre<br />

Noydens:<br />

562 .<br />

¿Cómo podían realizarse los conjuros? A juicio de los tratadistas de la época, dos<br />

eran <strong>las</strong> fórmu<strong>las</strong> utilizadas. La primera, la adjuración directa, per se, sobre <strong>las</strong> <strong>plagas</strong>,<br />

dirigiéndose a el<strong>las</strong> mismas, y conminándo<strong>las</strong> a que se retiraran de <strong>las</strong> heredades que<br />

estaban asolando. Frente a ello, la mayoría de los intelectuales <strong>del</strong> XVII español alega<br />

que nada se podía conseguir así, ya que los seres irracionales no poseen voluntad para<br />

hacer daño a los hombres, ni inteligencia para poder entender <strong>las</strong> invocaciones <strong>del</strong><br />

exorcista. En esta línea, tenemos la opinión de Juan de Quiñones:<br />

561 Antonio de Escobar y Mendoza, Examen y práctica de confesores, y penitentes..., En París, a costa de<br />

Antonio Bertier, Mercader de Libros, en la calle Santiago, año 1665, Parte 2ª, Lib. 5, Cap. III, pp. 303-304.<br />

562 Noydens, Práctica de curas y confessores..., Trat. II, Cap. II, Secc. IX, p. 39.<br />

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