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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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PRIMERA PARTE SECCIÓN SEGUNDA CAPÍTULO 1<br />

levantara. El 12 de diciembre el general abandonó Ayacucho y dejó en la zona a la mayor parte de los miembros<br />

de la Fuerzas Policiales que habían viajado con él.<br />

2.1.5. El repliegue policial<br />

Gracias al establecimiento <strong>del</strong> Plan Vivanco, las Fuerzas Policiales habían logrado capturar a cuadros bastante<br />

importantes <strong>del</strong> PCP-SL como Hildebrando Pérez Huarancca, Edith Lagos, Carlos Alcántara, Eucario Najarro<br />

Jáuregui y Vicente Amílcar Urbay Ovalle, entre otros. Todos ellos estaban en el Centro Penitenciario de Huamanga<br />

bajo la acusación de terrorismo. Sin embargo, estos logros iniciales en Ayacucho se vieron opacados<br />

ante las condiciones en las que los miembros policiales debían realizar su trabajo:<br />

La represión no se acompañó con medidas económicas y sociales a favor de la población de una de las regiones<br />

más atrasadas <strong>del</strong> país. El hecho de que las fuerzas <strong>del</strong> orden no tengan prácticamente nada que ofrecer a una<br />

población que carecía a menudo de los más elementales servicios incrementó las dificultades de su misión.<br />

(EQ.EC.PNP/CVR 2002: 12)<br />

La instauración <strong>del</strong> estado de emergencia suspendía las garantías constitucionales y autorizaba a las fuerzas<br />

<strong>del</strong> orden a efectuar pesquisas y detenciones sin mandato judicial. Esto indispuso a la población de Ayacucho,<br />

sin por ello favorecer el retorno a la calma. A lo más, facilitó la detención de algunos cientos de senderistas.<br />

Pero esto no impidió que desapareciera la presencia <strong>del</strong> Estado en un número creciente de distritos, porque la<br />

Guardia Civil estaba a la defensiva por la falta de apoyo <strong>del</strong> gobierno. [...] El gobierno continuaba empeñado<br />

en tipificar las acciones de PCP-SL, como parte de una conspiración internacional. Esta visión errónea <strong>del</strong> régimen<br />

político sobre las verdaderas características <strong>del</strong> grupo subversivo contribuyó a permitir su desarrollo.<br />

(EQ.EC.PNP/CVR 2002: 25-26)<br />

En estas circunstancias, el PCP-SL empezó a atacar los edificios públicos, puestos policiales —<br />

especialmente los más rurales— y a los miembros de las fuerzas <strong>del</strong> orden. Se produjeron ataques a los puestos<br />

de Toctos (1 diciembre de 1981), San José de Secce (6 enero de 1982) y Vilcashuamán (31 de marzo de<br />

1982). En los ataques sucesivos a los puestos, existió una intimidación sistemática <strong>del</strong> PCP-SL a los elementos<br />

policiales y una sobreexcitación de sus temores, pues los miembros <strong>del</strong> PCP-SL eran un enemigo oculto al que<br />

no se podía identificar fácilmente.<br />

No obstante, los logros policiales no se circunscribieron a Ayacucho. En otras zonas <strong>del</strong> país, sobre todo<br />

urbanas, los miembros de la PIP habían logrado detener a los militantes <strong>del</strong> PCP-SL involucrados en atentados.<br />

Por esta razón, el PCP-SL planificó fugas de centros de reclusión en distintos puntos <strong>del</strong> país con el objetivo<br />

de recuperarse. 124 El más recordado de ellos fue el asalto al CRAS de Huamanga el 2 de marzo. Días antes,<br />

el 28 de febrero, había habido un intento de fuga. Ese día murieron cuatro subversivos y quedaron<br />

gravemente heridos Eucario Najarro Jáuregui y Vicente Amílcar Urbay Ovalle. Ellos fueron internados en el<br />

hospital de Huamanga y quedaron bajo la vigilancia de agentes de la Guardia Civil (GC). Carlos Alcántara,<br />

estudiante escolar y uno de los cuadros máximos <strong>del</strong> PCP-SL en Ayacucho, también estaba internado en el<br />

hospital porque padecía de osteomielitis.<br />

El asalto al Centro Penitenciario de Huamanga fue el corolario de una serie de hechos que evidenciaban que<br />

el PCP-SL estaba planeando dar un gran golpe. Una parte de la inteligencia de la GR alertó al ministro José Gagliardi<br />

sobre la posibilidad de un ataque al Penal de Huamanga, por lo que éste decidió enviar un refuerzo de<br />

veinte hombres al destacamento de la GR en Ayacucho (en Gorriti 1990: 256). El comandante de la GR en Ayacucho<br />

tuvo conocimiento de esta alerta, pero no obedeció las directivas de redoblar la guardia <strong>del</strong> penal. Asimismo,<br />

personal de inteligencia de la GR se había comunicado con el teniente Herbert Rosemberg, quien tenía a su<br />

mando el destacamento que daba seguridad al Penal. A pesar de todas las advertencias previas, cuando el 2 de<br />

marzo se produjo el asalto a la cárcel, sólo siete policías se encontraban cuidando sus instalaciones.<br />

Esa noche, un grupo de aproximadamente cien subversivos atacó la cárcel. Como producto <strong>del</strong> asalto, fugaron<br />

un total de 247 reclusos. 125 Por lo menos cincuenta de éstos estaban sentenciados o siendo procesados por<br />

presunto <strong>del</strong>ito de terrorismo. El asalto dejó un saldo de dos policías muertos, Florencio Aronés Guillén y José<br />

124 Por ejemplo, en Arequipa y Pasco.<br />

125 Un día después de que la Oficina de Comunicaciones <strong>del</strong> Ministerio <strong>del</strong> Interior emitiera un comunicado oficial indicando que lograron<br />

fugar 304 reclusos (El Peruano, 4 de marzo de 1982), el Ministro de Justicia aclaró que el número exacto de los evadidos ascendió a 247.<br />

TOMO II PÁGINA 104

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