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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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LOS ACTORES ARMADOS<br />

muy importante para las Fuerzas Armadas. Por ello, Fujimori promulgó todos los decretos modificados ese<br />

verano salvo éste y se reservó el derecho a insistir en él más a<strong>del</strong>ante. <strong>Los</strong> decretos sobre los que el Congreso<br />

no se pronunció quedaron firmes al cumplirse los treinta días <strong>del</strong> plazo de revisión.<br />

La Comisión de Pacificación <strong>del</strong> Senado presentó un informe muy duro sobre el «costo social» de la violencia<br />

en el país durante 1991. Entró a tallar entonces, como va a ser lo común de aquí en a<strong>del</strong>ante, el presidente<br />

<strong>del</strong> Comando Conjunto, Nicolás de Bari Hermoza Ríos, quien declaró públicamente su respaldo a la<br />

estrategia de pacificación a la que obedecen los decretos legislativos que el ejecutivo promulgó en virtud de<br />

las facultades que le <strong>del</strong>egó el Congreso. Esta declaración fue el preludio de la larga serie de comunicados <strong>del</strong><br />

Comando Conjunto que en los años siguientes van a apuntalar al régimen.<br />

3.4. 1992-2000: EL PAPEL DE LAS FUERZAS ARMADAS DESDE EL GOLPE DE ESTADO DE 1992 HASTA LA SALIDA DE ALBERTO FUJIMORI<br />

No corresponde referir aquí los acontecimientos <strong>del</strong> golpe de Estado <strong>del</strong> 5 de abril de 1992, pero sí destacar que<br />

se trató de un amplio operativo militar, de la misma naturaleza y dimensiones que el operativo previsto en el<br />

Plan Político-Militar. Incluyó toma de control de locales públicos, detenciones de congresistas, magistrados,<br />

periodistas y líderes sindicales, y uso de instalaciones militares —bases, cuarteles y naves de guerra— como<br />

centros de reclusión. Inmediatamente después <strong>del</strong> mensaje televisivo de Fujimori, se difundió un comunicado<br />

<strong>del</strong> Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional que expresaba su total respaldo a las<br />

medidas tomadas por el Presidente. Militares y vehículos blindados salieron a las calles, tomaron posesión <strong>del</strong><br />

Congreso de la República y otros locales públicos, y detuvieron a numerosas personalidades con la finalidad,<br />

sobre todo, de impedir que se reuniera el Congreso. Este apoyo de las Fuerzas Armadas al autodenominado<br />

Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional fue tan «institucional» como los golpes militares de Lindley<br />

(1962), de Velasco (1968) y de Morales Bermúdez contra Velasco (1975). Cuando se trata de un golpe institucional,<br />

el despliegue de tropas, las detenciones y allanamientos y todas las violaciones a los derechos fundamentales<br />

cometidas con este fin por personal militar son parte de un operativo conjunto <strong>del</strong> Ejército, la Marina de Guerra<br />

y la Fuerza Aérea, bajo la jefatura <strong>del</strong> Comando Conjunto. Cuando el golpe se da contra un gobierno<br />

legítimo, es un <strong>del</strong>ito contra las normas constitucionales básicas cometido solidariamente por los altos mandos y<br />

por todos los oficiales que impartieron órdenes específicas en cumplimiento de esas directivas superiores.<br />

El domingo 5 de abril de 1992 las operaciones golpistas se concentraron en Lima, porque en el Perú el poder<br />

político está centralizado (mientras que el poderío militar no). Las fuerzas de Lima ejecutaron, pues, las<br />

operaciones, las de las regiones y frentes se limitaron a prestar su respaldo. Ese día, en horas de la tarde, fueron<br />

llamados por teléfono todos los comandantes de unidades operativas, para indicarles que debían ver por<br />

televisión el mensaje presidencial que se propalaría esa noche y luego llamar por teléfono a su comandancia<br />

general. <strong>Los</strong> jefes regionales llamaron esa misma noche para expresar su respaldo al golpe de Estado. Sólo<br />

sabemos de una honrosa excepción, pero no podemos descartar que haya habido más de una.<br />

En las circunstancias que el país atravesaba, era explicable que la gran mayoría de la población no ofreciera<br />

resistencia al golpe de Estado y que esa conformidad fuera interpretada como apoyo al régimen por sus partidarios<br />

civiles y militares. La razón que explica este comportamiento no está en la crisis económica ni en la crisis<br />

política, por graves que éstas fueran. El Perú se batía contra un enemigo interno, la subversión terrorista. Como<br />

el golpe de Estado fue una acción armada, ofrecerle resistencia implicaba necesariamente desencadenar un segundo<br />

conflicto interno, lo cual equivaldría a arriesgar la existencia <strong>del</strong> país. <strong>Los</strong> golpistas sabían esto y abusaron<br />

de esta situación de indefensión en que se encontraba la ciudadanía para proclamarse salvadores, así como<br />

lo hicieron los distintos bandos político-militares durante la Guerra <strong>del</strong> Pacífico. La desobediencia civil protagonizada<br />

en los días siguientes al golpe de Estado por muchos congresistas y líderes de la sociedad civil en verdad<br />

no tenía objeto, pues le hacía frente a una fuerza resuelta a emplear las armas y a violar todas las libertades fundamentales<br />

para consumar sus propósitos. Por ello, fue breve y simbólica. Pero lo más característico de ese operativo<br />

militar, y <strong>del</strong> régimen que así nacía y que las Fuerzas Armadas apoyaron institucionalmente durante ocho<br />

años, fue el uso insidioso de operaciones encubiertas y psicosociales para controlar el proceso político.<br />

La técnica fundamental de este control está bien explicada en la doctrina de la «guerra política» de la escuela<br />

de Taiwán. Las masas son controladas mediante información y desinformación propagandística. <strong>Los</strong> emisores<br />

de estas informaciones —comunicadores sociales, líderes sociales y políticos— son controlados mediante una<br />

organización secreta que les administra presiones y estímulos, incluyendo operativos de persuasión individual.<br />

TOMO II PÁGINA 233

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