Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
descalificar desde los fundamentos a las personas o grupos políticos que no compartieran esta actitud. Eso les<br />
daba a los fujimoristas una identidad política excluyente, fundamentalista, que les permitía desacreditar como<br />
«tontos útiles» o simplemente traidores a todos los demás grupos políticos. Así fueron usadas las Fuerzas<br />
Armadas por Fujimori para hacerse bases de apoyo social compactas. El fujimorismo practicó política de odio,<br />
amenazó y denigró constantemente a quienes no compartieran la defensa <strong>del</strong> poder absoluto de Fujimori y su<br />
cúpula con el pretexto de que la guerra contrasubversiva debía ser apoyada sin importar qué camino tomase,<br />
con tal de que llegase a eliminar a los terroristas. Las acciones violatorias de los derechos humanos que los<br />
altos mandos estaban dispuestos a permitir y tolerar, porque sus doctrinas contrasubversivas eran muy ambiguas<br />
en este punto, se convertían, en manos de Fujimori, en objeto de una defensa política airada, concentrada<br />
en desacreditar a los defensores de los derechos humanos y a los políticos de los demás partidos.<br />
Esta estrategia dio lugar a discursos ideológicos que algunos políticos <strong>del</strong> oficialismo aprendieron a repetir<br />
y adornar. Típica figura retórica <strong>del</strong> fujimorismo era la pregunta que solía hacer (años después) el congresista<br />
Trelles Montero a sus contendores políticos: ¿piensa usted liberar presos por terrorismo o no? Si su interlocutor<br />
evitaba decir un no rotundo, Trelles señalaba con ironía que su interlocutor probablemente guardaba<br />
alguna simpatía con los terroristas. Era importante, pues, para el fujimorismo, tener presos mal procesados y<br />
matanzas y desapariciones no esclarecidas, porque así podían polarizar contra quienes pidiesen balance de<br />
poderes y control democrático de los servicios de inteligencia. Por esto, aunque por muchas razones propias<br />
de la guerra contrasubversiva y de la defensa de la democracia en el contexto hemisférico era imprescindible<br />
mejorar la observancia de los derechos humanos, el gobierno de Fujimori, desarrolló artificialmente líneas de<br />
acción militar que implicaban violación sistemática de los derechos humanos, y esto en función de consolidar<br />
lealtades políticas, tanto dentro de las Fuerzas Armadas como en todos los demás sectores.<br />
3.4.4. El empleo de las Fuerzas Armadas contra el narcotráfico y la batalla por el control <strong>del</strong> alto<br />
Huallaga<br />
Tan drástico e inmediato como el shock económico, pero menos perceptible, fue el ingreso de personal de las<br />
Fuerzas Armadas en 1990 a dirigir la Policía Nacional <strong>del</strong> Perú (PNP). 625 Ése fue el primer paso hacia el empeño<br />
arriesgado y comprometedor de las Fuerzas Armadas en la persecución <strong>del</strong> narcotráfico. Durante el gobierno<br />
aprista, las nubes de la corrupción se habían acumulado sobre el Ministerio <strong>del</strong> Interior y la policía, quienes se<br />
encargaban de la lucha antinarcóticos. Mientras tanto, las Fuerzas Armadas se concentraban en el esfuerzo contrasubversivo<br />
sobre la base de la nueva estrategia de 1989, y algunos sectores de ellas se entregaban a la conspiración<br />
contra la democracia, pergeñando el Plan Político Militar. Agustín Mantilla, viceministro primero y luego<br />
Ministro <strong>del</strong> Interior durante el gobierno <strong>del</strong> PAP, había organizado a la PNP como una fuerza a disposición <strong>del</strong><br />
gobierno que le servía de contrapeso al creciente poder de las Fuerzas Armadas y le permitía al gobierno mantener<br />
frente a ellas cierta esfera propia de acción en materia de seguridad. (Existen indicios de que en este espacio<br />
de relativa autonomía surgió el grupo paramilitar llamado «Comando Rodrigo Franco», pero está claro que al<br />
final <strong>del</strong> período los crímenes cometidos bajo este membrete perjudicaron seriamente la imagen de Mantilla,<br />
quien terminó aceptando la existencia de ese grupo). Agencias destacadas de la PNP que sustentaban la precaria<br />
independencia <strong>del</strong> gobierno frente a las Fuerzas Armadas eran las direcciones de investigaciones antiterroristas,<br />
anticriminales y antidrogas, y sobre todo la Dirección General de Inteligencia (DIGIMIN), encargada de apoyar<br />
las investigaciones con análisis, acopio de inteligencia y operaciones de contrainteligencia.<br />
Cuando el general EP (r) Cáceres fue nombrado Director de la DIGIMIN, todo el personal, los equipos y<br />
la información de inteligencia acopiada por el Interior pasaron al SIN. La subordinación de la PNP a los<br />
Jefes de los Comandos Políticos Militares en las zonas de emergencia quedó completada de este modo,<br />
cuando las mejores capacidades de acopio de información a partir de fuentes no públicas quedaron bajo el<br />
control de las Fuerzas Armadas. En ese mismo acto, las investigaciones policiales terminaron de claudicar<br />
ante los operativos de inteligencia y contrainteligencia. Desde entonces, el perfil profesional de los investigadores<br />
policiales peruanos se desdibujó y muchos de ellos aceptaron con entusiasmo su nuevo papel de<br />
analistas o agentes de inteligencia (incluso interrogadores) al servicio de operaciones especiales dirigidas<br />
por militares y, en algunos casos, por el SIN.<br />
625 Véase el apartado sobre las Fuerzas Policiales.<br />
TOMO II PÁGINA 241