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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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LOS ACTORES ARMADOS<br />

Esta situación empezó a revertirse bajo nuevos conceptos en la administración Reagan (1981-1989). 561 Se<br />

adoptó el nombre «conflicto de baja intensidad» para referirse a la combinación de contrainsurgencia, operaciones<br />

especiales y guerra no convencional que se emplearía para obtener objetivos políticos en los países afectados<br />

por guerrillas y terrorismo. Según esta concepción, el conflicto de baja intensidad demanda una participación<br />

mínima de personal y recursos norteamericanos, a diferencia <strong>del</strong> «de alta intensidad», en el que se despliega<br />

simultáneamente todo el poderío militar, incluidas armas atómicas, para defender la existencia de los Estados<br />

Unidos. Esta idea contiene una crítica de los conflictos de mediana intensidad, como Corea y Vietnam, a los que<br />

Estados Unidos destinó numerosas tropas y recursos, pese a que no amenazaron la existencia <strong>del</strong> país.<br />

La idea de conflicto de baja intensidad fue desarrollada por un panel de expertos en guerras no convencionales<br />

y operaciones encubiertas. 562 El panel recomendó que en las guerras de baja intensidad se restringiera<br />

la potencia de fuego, para evitar los efectos contraproducentes de una enorme destrucción como la causada en<br />

Vietnam. <strong>Los</strong> agentes principales de estas guerras serían fuerzas de operaciones especiales que actuarían en<br />

pequeñas unidades de comandos. <strong>Los</strong> niveles de violencia serían bajos en términos cuantitativos, pero se usarían<br />

altos niveles de violencia en dosis concentradas durante operaciones selectivas especiales. Las recomendaciones<br />

incluían un énfasis en el respeto a los derechos humanos para reforzar la tesis de la selectividad.<br />

Golpes cortos, abruptos y precisos producen mayor efecto para desarticular la operatividad de los subversivos<br />

o de los gobiernos contra los que se dirigen guerras de baja intensidad. El entrenamiento en el respeto a<br />

los derechos humanos refuerza la tendencia a aplicar la violencia de una forma selectiva y psicológicamente<br />

condicionante. En este sentido, el entrenamiento en derechos humanos está previsto en este enfoque como un<br />

elemento esencial de la guerra de baja intensidad. De ello resulta, paradójicamente, que los golpes selectivos y<br />

psicológicamente condicionantes son lo más parecido que existe al terror. La guerra de baja intensidad encara<br />

como una tarea central practicar el contraterror a fin de afectar lo más selectivamente posible a la organización<br />

enemiga y reducir lo más posible el número de personas afectadas por violaciones a los derechos humanos.<br />

De hecho, los mayores empeños militares de la era Reagan fueron operaciones encubiertas de apoyo a insurgencias<br />

anticomunistas, entre las que destacan los Mujahidin en Afganistán y los «contras» en Nicaragua.<br />

Tanto el régimen sandinista de Nicaragua como el afghano prosoviético fueron acusados de violar los derechos<br />

humanos. En 1984, la ONU envió a Afganistán observadores de derechos humanos y, en 1985, Ronald<br />

Reagan aclamó a los «contras» como «luchadores de la libertad». En los conflictos de baja intensidad, las operaciones<br />

de apoyo a los esfuerzos contrainsurgentes de gobiernos amigos se alternan con operaciones de apoyo<br />

a la insurgencia contra gobiernos enemigos. En ambos casos, el conflicto de baja intensidad implica una<br />

activa política pública de derechos humanos.<br />

Además de instrumentalizar de este modo los derechos humanos, este resurgimiento de las capacidades<br />

militares «especiales» en los Estados Unidos dejó atrás la noción de desarrollo socioeconómico propia de la<br />

estrategia antiguerrillera de los años sesenta. En esa estrategia, enormes despliegues de tropas convencionales,<br />

con efectos destructivos igual de grandes, se combinaban con ambiciosos programas de desarrollo nacional<br />

(nation building) que abarcaban desde irrigaciones hasta sistemas educativos. Estos programas integrales<br />

en los campos no militares eran demasiado caros, lentos y políticamente costosos. La administración Reagan<br />

no creía ya más en estas inversiones estratégicas de larguísimo plazo y apostaba por el libre mercado. Pasando<br />

por alto el valor de las reformas sociales y las inversiones estratégicas realizadas en esos años en muchos<br />

países <strong>del</strong> llamado «Tercer Mundo», la administración Reagan eliminó de su política contrasubversiva los<br />

planes de desarrollo nacional. Esto fue determinante para el concepto de conflicto de baja intensidad. Se espe-<br />

561 Metz, Steven. Counterinsurgency: Strategy and the Phoenix of American Capability. «A fines de los setenta la contrainsurgencia se había<br />

convertido en un “no–tema” en el sistema educativo militar. Fue reintroducida en los ochenta con intentos sistemáticos de integrar las<br />

lecciones de Vietnam. El centro de Guerra Especial <strong>del</strong> Ejército, la Escuela de las Américas, y la Escuela de Operaciones Especiales de la<br />

Fuerza Aérea expandieron sus actividades sobre contrainsurgencia. La Marina añadió eventualmente un programa sobre conflicto de baja<br />

intensidad en su Escuela de Postgrado, auspiciado por el Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos (USSOCOM). <strong>Los</strong><br />

servicios crearon oficinas de enlace para coordinar el pensamiento y la educación sobre conflictos de baja intensidad. El Ejército y la<br />

Fuerza Aérea establecieron un Centro para el Conflicto de Baja Intensidad (AAFCLIC) en Langley, AFB. Crecieron las Fuerzas de<br />

Operaciones Especiales <strong>del</strong> Ejército y el programa para operaciones en territorios extranjeros (foreign area officer program), ambos<br />

importantes aportes a las operaciones de apoyo a la contrainsurgencia», p. 11 [traducción nuestra].<br />

562 El panel, conformado por iniciativa de Fred Ikle, Subsecretario de Política de Defensa <strong>del</strong> gobierno de Reagan, fue presidido por el<br />

general John Singlaub. McClintock, Michael. Instruments of Statecraft: U.S. Guerilla Warfare, Counterinsurgency, and Counterterrorism, 1940-<br />

1990. .<br />

TOMO II PÁGINA 209

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