Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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PRIMERA PARTE SECCIÓN SEGUNDA CAPÍTULO 1<br />
tienen por objetivo la supresión de los derechos humanos y por método la violación de los mismos, entonces<br />
la inacción <strong>del</strong> Estado contribuye a que esa violación se cometa sistemática y masivamente. Pero las operaciones<br />
militares para vencer a un enemigo difícil de identificar —lo que es también distintivo <strong>del</strong> PCP-SL— acarrean<br />
inevitablemente múltiples actos de violencia contra personas inocentes, quienes, además, son compatriotas<br />
de los soldados: son precisamente las personas que ellos vienen a salvar. El problema moral que esto<br />
entraña no se resuelve con registrar las víctimas inocentes como contingencias explicables dentro de un cierto<br />
margen de error. Sostener que estos hechos tienen que producirse «normalmente» como parte de una rutina<br />
de combate implica daños morales para los combatientes, deterioro de su ética institucional y desconfianza<br />
entre los militares y las Fuerzas Armadas. 480 Todos estos costos y riesgos morales son ocasionados por la decisión<br />
estatal de emplear la fuerza militar en el conflicto interno, aunque el causante y responsable principal sea,<br />
sin duda, el grupo subversivo que emprendió una lucha armada injusta contra el Estado democrático.<br />
El PCP-SL inició la ejecución de su plan llamado «Inicio de la Lucha Armada» contra el Estado peruano el<br />
17de mayo de 1980, día de elecciones generales, las primeras después de catorce años. Con ello, expresó su<br />
rechazo al sistema político democrático que estaba por reinstaurarse en el Perú. Durante los últimos años <strong>del</strong><br />
gobierno militar, prepararon cuidadosamente esta guerra como un plan político y militar de largo plazo, cuya<br />
aplicación comenzaría el día en que el país regresara a la democracia. No se proponían, pues, corregir algunas<br />
prácticas, leyes o instituciones, sino abolir por la fuerza todo el horizonte político dentro <strong>del</strong> cual los peruanos<br />
buscaban nuevas perspectivas. No era su propósito principal vencer a las Fuerzas Armadas. Su objetivo era<br />
destruir y reemplazar el sistema político democrático que estaba por retornar.<br />
El PCP-SL interpretaba el regreso de la democracia como un incremento de las contradicciones entre los<br />
distintos componentes de la sociedad peruana. La conflictividad propia de la sociedad peruana afloraba por<br />
la brecha abierta entre, por un lado, las fuerzas corporativas y burocráticas que dirigieron al país durante<br />
las dos fases <strong>del</strong> gobierno militar anterior y, por otro, las fuerzas políticas y movimientos sociales que estaban<br />
accediendo a cuotas de poder mediante las elecciones. El PCP-SL se propuso explotar la vulnerabilidad<br />
de una sociedad que sacaba sus conflictos a la luz pública. El proceso democrático trae consigo, además,<br />
una complicación de los procedimientos para tomar decisiones políticas, un sistema de controles y balances<br />
internos que vuelve más lentas las reacciones <strong>del</strong> Estado ante las amenazas, pero, al mismo tiempo, garantiza<br />
la estabilidad de largo plazo que sólo puede conseguirse mediante la validación pública de las políticas<br />
de Estado, el respeto a los derechos fundamentales y a los derechos colectivos de las minorías políticas y<br />
sociales. El PCP-SL aprovechó de inmediato la falta de conexión entre, por un lado, las concepciones sobre<br />
política de seguridad nacional que tenían los sectores democráticos y, por otro, la concepción estratégica<br />
que tenían las Fuerzas Armadas sobre el mismo asunto.<br />
De hecho, en esa democracia restaurada, no había nexo claro entre política nacional y estrategia militar. Por<br />
un lado, las ideas sobre seguridad de los políticos y de la incipiente sociedad civil de ese momento eran principistas,<br />
abstractas, inconexas y descontextualizadas. Por el otro, las doctrinas y las capacidades profesionales de<br />
los militares no estaban orientadas a contribuir a la superación de este problema. La brecha había sido revelada<br />
por el retorno a la democracia y el PCP-SL planeó aprovechar esta oportunidad para destruir al Estado peruano.<br />
Respecto a la forma de combatir, el PCP-SL se mostró decidido a violar todas las leyes de la guerra desde<br />
el inicio de sus acciones. Por no hacer identificables a sus combatientes mediante un uniforme, no designar<br />
líderes públicos ni personeros para posibles negociaciones ni dejar abierta ninguna perspectiva de negociación<br />
de paz, llevó a<strong>del</strong>ante una guerra sin respeto a la población civil ni cuartel para los policías o<br />
militares que eventualmente quedasen bajo su poder, una guerra que tenía por único objeto la derrota incondicional,<br />
la sumisión total o el exterminio de quienes se les opusieran, según el lema «salvo el poder,<br />
todo es ilusión». En efecto, realizó sistemáticamente actos infames como asesinatos, masacres y atentados<br />
terroristas. Por estas razones, no es posible reconocer al PCP-SL como «guerrilla» en el sentido de fuerza<br />
beligerante que dan a esta palabra las instituciones internacionales.<br />
La razón principal para condenar la acción armada <strong>del</strong> PCP-SL como un acto criminal contra todos los<br />
peruanos está en que usó las armas con el fin de instaurar un régimen totalitario y de potencial genocida,<br />
480 «Si la población percibe que se produce alguna violación a los Derechos Humanos y susbsisten tratos y acciones abusivas, de poco<br />
sirve, sicológicamente, que se afirme la existencia de un “irrestricto respeto a los Derechos Humanos”». Ministerio de Defensa-Comando<br />
Conjunto de las Fuerzas Armadas. Estrategia integral para la contrasubversión. 2000.<br />
TOMO II PÁGINA 170