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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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PRIMERA PARTE SECCIÓN SEGUNDA CAPÍTULO 1<br />

por la Paz, obviamente usado también para apaciguar las críticas internacionales. Siguiendo la misma lógica,<br />

llega a Lima ese mes, invitada por el gobierno peruano, una <strong>del</strong>egación de la Comisión Interamericana<br />

de Derechos Humanos para informarse sobre los casos denunciados.<br />

El 17 de enero de 1992, el Departamento de Estado aceptó «reluctante» las condiciones impuestas por el<br />

Congreso, con tal de no omitir ningún esfuerzo por reducir el flujo de narcóticos hacia los Estados Unidos.<br />

Comunicaron a las autoridades peruanas las condiciones, con énfasis en el registro de detenidos, y que la<br />

ayuda no incluiría los 10.05 millones para entrenar tres batallones contrasubversivos <strong>del</strong> Ejército.<br />

El apoyo económico y la asistencia militar en la lucha contra el narcotráfico y la subversión se interrumpieron<br />

a causa <strong>del</strong> golpe de Estado <strong>del</strong> 5 de abril de 1992. En mayo de ese año, el secretario de Estado<br />

Adjunto para asuntos interamericanos, Bernard Aronson, se entrevistó con Fujimori y respaldó los criterios<br />

adoptados por la OEA. A Fujimori no le imprersionaba mucho el asunto, pues los montos de la ayuda en<br />

cuestión no eran determinantes para sus planes. En marzo de 1992 viajó en visita oficial al Japón, donde<br />

comprometió ayuda por 127 millones de dólares. El año 1991 estuvo lleno de éxitos en lo que se refiere a<br />

obtención de ayuda no reembolsable y créditos de desarrollo. El Fondo Latinoamericano de Reserva había<br />

otorgado 403 millones de dólares para obras de desarrollo; el Grupo de Río, 100 millones; y el Banco Interamericano<br />

de Desarrollo, 1.100 millones. El Perú tenía ya un acuerdo con el FMI sobre un Programa de Referencia<br />

para lograr su reinserción en el sistema financiero internacional. Además, Fujimori tenía por <strong>del</strong>ante<br />

un amplio programa de privatizaciones. En este contexto se entiende que en septiembre, en plena<br />

incertidumbre sobre el apoyo norteamericano, Fujimori destinara una partida especial <strong>del</strong> tesoro público de<br />

200 millones de dólares a la renovación de material militar y armamento.<br />

Con el golpe de Estado de 1992, se confirmaron brutalmente las advertencias <strong>del</strong> Congreso<br />

norteamericano sobre la poca confiabilidad de Fujimori. La negociación de ayuda con los Estados Unidos —<br />

así como otras gestiones internacionales, incluida una visita oficial a Alemania que se había programado en<br />

detalle y se canceló— resultó ser parte de las maniobras de distracción de un régimen que simulaba hacer<br />

progresos en el respeto a los derechos humanos sólo para ganar tiempo mientras preparaba un golpe contra<br />

todas las leyes y valores democráticos.<br />

De lo visto podemos concluir que no sólo la naturaleza más selectiva de la estrategia adoptada a partir de<br />

1989 influyó en la reducción de la cantidad de violaciones de los derechos humanos a partir de 1990. Un factor<br />

poderoso fue el padrón de prisioneros actualizado diariamente y supervisado por el Comité de la Cruz Roja<br />

Internacional y los fiscales peruanos. Este padrón fue introducido para cumplir con una condición puesta por<br />

el Congreso de los Estados Unidos para autorizar la ayuda económica al Perú. Eso contribuyó a que los líderes<br />

senderistas que fuesen detenidos no fuesen luego desaparecidos, ni torturados ni muertos. <strong>Los</strong> interrogatorios<br />

de inteligencia dejaron de tener consecuencias letales.<br />

3.3.4.4. Del enfrentamiento con el Legislativo al golpe de Estado de 1992<br />

Otro factor influyente en esta evolución fue la necesidad <strong>del</strong> gobierno de Fujimori de mantener algunas formas<br />

políticas democráticas, las cuales dieron espacio a quienes insistían en controlar con criterios básicos de<br />

moral y justicia las acciones de las Fuerzas Armadas. Esta necesidad se creó porque Fujimori pretendió y consiguió<br />

paulatinamente un liderazgo personal sobre la Fuerzas Armadas, en vez de desempeñar el papel decorativo<br />

que ellas habían previsto pare el presidente en el Plan Político-Militar.<br />

La fuente de iniciativa política de Fujimori era la contrasubversión entendida como un proceso de transformación<br />

de la sociedad y <strong>del</strong> Estado superior al proceso democrático. Para cohesionar a sus seguidores,<br />

empezando por las Fuerzas Armadas, forzaba el enfrentamiento con las posiciones de los demás grupos políticos<br />

reclamando para la acción contrasubversiva cada vez más autonomía frente a los poderes legislativo y<br />

judicial. Ésta era una manera eficaz de acumular poder y prestigio para él solo en un país asolado por el terrorismo,<br />

pues sus exigencias eran de tal tipo que ningún partido democrático podía suscribirlas. En otras palabras,<br />

la vehemencia en dejar atrás los controles éticos y legales de la acción armada no respondía a necesidades<br />

intrínsecas de ésta, sino a la propia y particular necesidad de Fujimori de hacerse un capital político. Esta<br />

ayuda exageradamente solícita a las Fuerzas Armadas no era, pues, gratuita ni generosa, por lo cual muchos<br />

altos oficiales empezaron pronto a desconfiar <strong>del</strong> nuevo presidente y de su camarilla. Lo mismo ocurrió con<br />

TOMO II PÁGINA 230

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