Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
debido a su larga experiencia de lucha contra el maoísmo, y también apoyo financiero. La mención repetida<br />
de Taiwán como mo<strong>del</strong>o de estrategia anticomunista y desarrollo capitalista basado en una estrategia nacional<br />
da a entender que en este documento está activa la influencia de la doctrina taiwanesa de la «guerra política»,<br />
cuya recepción peruana documentamos en páginas anteriores.<br />
El análisis <strong>del</strong> Plan Político-Militar nos permite identificar el tipo de politización que avanzaba en ese<br />
momento en las Fuerzas Armadas. Queda claro, primero, que la afirmación <strong>del</strong> derecho de los oficiales de las<br />
Fuerzas Armadas a tomar el poder inconstitucionalmente, usando para ello las mismas armas que la Nación<br />
puso en sus manos, era en ese momento ya una doctrina indecente e inconfesable, meramente conspirativa,<br />
hecha para cohesionar a las Fuerzas Armadas en el odio hacia el orden democrático. En segundo lugar, es<br />
notorio que el énfasis puesto en la «eliminación de excedente poblacional indeseable» responde al mismo<br />
propósito, poner a las Fuerzas Armadas en una postura ideológica contraria a la cultura de los derechos<br />
humanos que ya en ese momento era patrimonio común de los partidos que participaban en la contienda democrática.<br />
Estas forzadas posturas ideológicas respondían, en tercer lugar, a la pretensión de adueñarse de los<br />
dos grandes logros que estaban abriéndose paso en ese momento en el país, la victoria estratégica sobre el<br />
terrorismo y la reforma estructural de la economía. <strong>Los</strong> altos oficiales golpistas no estaban dispuestos a permitir<br />
que la democracia superase los mayores problemas <strong>del</strong> país, tras lo cual muchos de ellos, además, quedarían<br />
en el banquillo de los acusados por las violaciones a los derechos dumanos cometidas a lo largo <strong>del</strong> conflicto.<br />
En esta voluntad usurpadora se combinaban el falso orgullo institucional de una tradición de militaresgobernantes,<br />
la codicia de la cúpula militar de ese momento y el deseo de impunidad de los implicados en<br />
violaciones a los derechos humanos. Una cuarta conclusión sale de las referencias a los Estados Unidos: la<br />
ambición de triunfo personal de los oficiales conspiradores buscaba una actitud semejante en los protagonistas<br />
<strong>del</strong> Plan Baker, quienes, con tal de expandir su exitosa persecución mundial contra el comunismo en retirada,<br />
parecían dispuestos a arriesgar la existencia de la débil democracia peruana.<br />
Acompañan al Plan Político-Militar una serie de textos anexos. Un primer grupo, al que ya hemos recurrido<br />
en parte, son los de contenido ideológico y programático («1. Historia demográfica», «2. Nueva deuda<br />
externa», «3. Cooperación Perú-USA», «4. Campañas sicológicas»). Un segundo grupo está constituido por<br />
las tres sucesivas apreciaciones de inteligencia sobre las condiciones de implementación <strong>del</strong> planeado golpe<br />
según los cambios de coyuntura política (20 de febrero de 1990, 9 de abril de 1990, 13 de junio de 1991). Nos<br />
interesa comparar estas apreciaciones de inteligencia con los eventos de 1991. Al final siguen diecisiete<br />
anexos que contienen listas de locales a ser controlados por las Fuerzas Armadas o usados como centros de<br />
reclusión, listas de documentos y comunicados a difundir y listas de personas, líderes sindicales, líderes<br />
políticos y presuntos <strong>del</strong>incuentes subversivos a ser detenidos el día <strong>del</strong> golpe. Un operativo semejante,<br />
aunque limitado, se ejecutó el 5 de abril de 1992.<br />
3.3.4.2. El fenómeno Fujimori<br />
Dos procesos interfirieron y transformaron los planes golpistas que se urdían dentro de las Fuerzas Armadas,<br />
la victoria electoral de Fujimori y las condiciones que pusieron los Estados Unidos para prestar ayuda económica<br />
a la lucha contrasubversiva y antinarcóticos. Ciertamente, el Plan Político-Militar había subestimado<br />
ambos factores. Aunque sabían que ya no podrían gobernar de nuevo abiertamente como en los años setenta,<br />
los golpistas no calcularon que esto significaba estar sometidos a la voluntad de un líder popular que sacaba<br />
su poder de la misma dinámica política que ellos se proponían neutralizar. Sobre los Estados Unidos su confusión<br />
era también profunda, pues habían perdido de vista qué significa ser parte <strong>del</strong> mundo libre.<br />
Las elecciones presidenciales <strong>del</strong> 8 de abril de 1990 le dieron a Alberto Fujimori un sorprendente 29% que<br />
lo situó muy cerca <strong>del</strong> candidato favorito, Mario Vargas Llosa, quien sólo obtuvo un 33%, y le permitió entrar<br />
junto a éste a la segunda vuelta electoral, dejando atrás al candidato <strong>del</strong> PAP, Luis Alva Castro, quien obtuvo,<br />
sin embargo, un también sorprendente 22%, seguido por Henry Pease, de IU, con 8% y Alfonso Barrantes, de<br />
Izquierda Socialista, con 5%. Como el 35% de votos que sumaban el PAP y las izquierdas eran, ante todo, votos<br />
antiliberales y contrarios al ajuste estructural anunciado por Vargas Llosa, éste dio la contienda por perdida<br />
y a Fujimori le bastó, para ganar ampliamente la segunda vuelta, decir durante el debate electoral que él no<br />
aplicaría la política económica de shock. El proceso electoral había producido un nuevo liderazgo de altísima<br />
popularidad en el cual confluían confusamente, por un lado, el rechazo ideológico a la política de ajuste, mar-<br />
TOMO II PÁGINA 225