Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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PRIMERA PARTE SECCIÓN SEGUNDA CAPÍTULO 1<br />
y los servicios públicos esenciales; segundo, controlar la posesión de armas, municiones y explosivos, hacer<br />
patrullajes de reconocimiento y búsqueda de información y tomar medias de control de la población, como<br />
hacer registro de datos, controlar el tránsito de vehículos y personas, establecer el toque de queda; tercero,<br />
establecer redes de colaboradores para obtener información que permitiera identificar a los terroristas. Este<br />
último aspecto tomó mucho tiempo y se aplicó muy accidentadamente, de forma que el objetivo final de introducir<br />
una separación entre la población y los elementos políticos y armados <strong>del</strong> PCP-SL sólo fue encarado<br />
y trabajado al final de este período, sobre la base de la dura experiencia de un control territorial y unos patrullajes<br />
que produjeron numerosas situaciones de violencia y permitieron las actividades <strong>del</strong> PCP-SL.<br />
Luego de las primeras inspecciones <strong>del</strong> terreno y una evaluación preliminar de la distribución de la presencia<br />
subversiva, se resolvió reforzar el dispositivo militar. Se incrementó el contingente de la 2.° División de<br />
Infantería de Ayacucho y se la reforzó con una unidad aerotransportada. <strong>Los</strong> tres batallones de esa división<br />
no tenían antes de esto su personal efectivo completo. Se incrementaron con compañías de material de guerra,<br />
de comando de operaciones, ingeniería militar y un agrupamiento aerotransportado. <strong>Los</strong> batallones así reforzados,<br />
antes acuartelados en Pampas, Huamanga y Huanta, se desplegaron en bases contrasubversivas distribuidas<br />
por toda la zona de emergencia.<br />
La medida más original fue destacar dos compañías de la Infantería de Marina a un área que abarcaba<br />
desde Huanta hasta el valle <strong>del</strong> Apurímac, en la zona selvática de San Francisco. Se trata de un corredor que<br />
une zonas muy difíciles de controlar, pues conecta desde altiplanicies frías, «punas», hasta bosque tropical<br />
montañoso, «selva alta». Además, el abra controlada por la Marina era usada por avionetas particulares para<br />
pasar de Huamanga a San Francisco, a orillas <strong>del</strong> río Ene, que es una zona cocalera. Como precedente para<br />
esta decisión sirvió la operación antinarcóticos «Mar verde» de 1979.<br />
Se establecieron bases contrasubversivas en todas las capitales de provincia y en puntos que permitían el<br />
control de los valles, como la hacienda Luisiana en San Francisco. Las tácticas principales fueron los patrullajes<br />
en fuerza a partir de las bases. Pronto fue notorio que no era cuestión de reunir mayor capacidad de fuego<br />
en determinados puntos, pues los subversivos no daban batalla, se limitaban a incursionar en las poblaciones<br />
inermes, a atacar puestos policiales y, eventualmente, hostigar a alguna patrulla militar. La experiencia obligó<br />
entonces a aumentar el número de bases, que llegaron a ser en 1984 más de sesenta en los tres departamentos<br />
que formaban la zona de emergencia. Mayor densidad de la presencia militar y mayor número de patrullajes<br />
fueron la respuesta a las apariciones siempre difusas y repentinas de los subversivos. En los lugares de mayor<br />
presencia subversiva, la conservación de condiciones mínimas de seguridad y presencia <strong>del</strong> Estado pasó a<br />
depender crónicamente de la presencia de las bases militares.<br />
La Infantería de Marina debió abandonar los usuales pelotones y escuadras para formar patrullas de combate,<br />
las cuales se alternaban también en los servicios de la base. Esta transformación fue resultado de las experiencias<br />
de combate, las patrullas pequeñas se generalizaron recién en 1984. En la zona de emergencia operaban<br />
alrededor de 250 infantes de marina, el equivalente a dos compañías, los que eran relevados cada dos meses, se<br />
preparaban y descansaban en la base naval de Ancón. En total, la Infantería de Marina peruana contaba entonces<br />
con unos 2 mil elementos, de manera que sólo 1/8 de ellos permanecían desplegados simultáneamente en la<br />
zona de emergencia en este período. Sumando Ejército y Marina, el personal de combate desplegado simultáneamente<br />
en la zona de emergencia en este período fue de alrededor de 2 mil hombres, a lo cual debe sumarse el<br />
personal policial. Si se calcula que el total <strong>del</strong> personal militar en esos años era como mínimo de 90 mil hombres,<br />
resulta que sólo un 3% participaba simultáneamente en las acciones contrasubversivas.<br />
Las patrullas <strong>del</strong> Ejército y la Marina salían de las bases para realizar incursiones violentas en los pueblos<br />
o perseguir columnas senderistas. El PCP-SL irrumpe en los pueblos y se repliega ágilmente para que el esfuerzo<br />
militar se pierda en el vacío o repercuta sobre la población. El vacío de autoridad producido por las<br />
incursiones <strong>del</strong> PCP-SL no es subsanado por las incursiones militares. La inteligencia era escasa y el margen<br />
de error amplio, de forma que las patrullas militares practicaron frecuentemente la violencia indiscriminada.<br />
Pronto fue evidente que el objetivo de restablecer el orden interno no podía cumplirse sin hallar al<br />
enemigo oculto entre la población. Pocos, más bien excepcionales, fueron los combates contra elementos<br />
armados o «fortines» <strong>del</strong> PCP-SL. 490 Más frecuente fue el uso de las armas para tomar control de poblacio-<br />
490 Véase el relato que hace el General Roberto Noel sobre el ataque a la hacienda. CVR. Entrevista. 10 de marzo de 2003. General (r)<br />
TOMO II PÁGINA 180