Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
pias investigaciones y operaciones de contrainteligencia, para no depender en este importante aspecto de<br />
unidades de inteligencia escasas y remotas. Para que se pueda cumplir la norma propuesta, deberá proveerse<br />
a cada gran unidad de personal de inteligencia con experiencia en técnicas especiales («Interrogadores, Penetradores,<br />
Fotógrafos, etc.»). 539 Ya que en este nuevo tipo de guerra las operaciones de inteligencia son prácticamente<br />
las únicas batallas, desarrollar estas capacidades en los batallones contrasubversivos equivale a adquirir<br />
armamento moderno. La situación de estas operaciones debía ser muy rudimentaria a la hora que se<br />
escribió este informe, porque en él se plantea la necesidad de algunas reglas bastante elementales de las operaciones<br />
de inteligencia. Se dice, por ejemplo, que las operaciones de represión a cargo de personal inteligencia<br />
no deben hacerse en forma abierta. La represión abierta debe quedar a cargo de tropas regulares o patrullas<br />
de la PNP. «El procedimiento de represión más adecuado para el personal de inteligencia debe ser en<br />
forma ENCUBIERTA, mediante las operaciones especiales». 540<br />
El informe pide reiteradamente medios materiales y económicos para las operaciones de inteligencia, vehículos<br />
comerciales y dinero, a fin de que la «BÚSQUEDA DE INFORMACIONES se realice en forma agresiva<br />
y permanente». Refiere que una experiencia que ha dado muy buenos resultados ha sido el desplazamiento<br />
de tropas en vehículos civiles. La mejor forma de sorprender a los subversivos que cobran cupos a los transportistas<br />
es «empleando ómnibus o camiones transportando tropa vestidos de civil, como simples pasajeros<br />
transitando por los lugares donde frecuentemente los interceptan». 541<br />
Sobre los detenidos y los interrogatorios, enfatiza la importancia de no retenerlos más de veinticuatro<br />
horas hasta ponerlos en libertad o entregarlos a la policía. Precisa que siempre que se determine en el interrogatorio<br />
militar que el presunto <strong>del</strong>incuente subversivo (DS) no está implicado en actividades terroristas, debe<br />
ser puesto en libertad. Además: «El capturado y/o detenido no debe ser maltratado por ningún motivo. En los<br />
INTERROGATORIOS se empleará la persuasión, mas no la coacción ilícita, amenaza o violencia en cualquiera<br />
de sus formas. No podrán ser sometidos a torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes». 542<br />
De la presencia en este informe de tales aclaraciones sobre lo permisible en un interrogatorio, se deduce<br />
que, hasta el momento en que se escribía, no estaba nada claro que eso tuviera que ser así. Esto coincide con lo<br />
que sabemos por numerosos testimonios, que en los interrogatorios se aplicaba violencia extrema, con prácticas<br />
como la golpiza, el ahogamiento, colgar al interrogado de ganchos en el techo, aplicarle descargas eléctricas,<br />
producirle quemaduras, heridas y mutilaciones, tras lo cual muchas veces sobrevenía la muerte o, por<br />
estar ya desfigurado, o porque había visto a sus captores e interrogadores, se lo mataba y sus restos se hacían<br />
desaparecer o se hacían irreconocibles, para que la víctima no los denunciara o para que su cuerpo no se convirtiera<br />
en prueba acusadora de las torturas que se le había infligido. El informe que ahora reseñamos contiene<br />
una recomendación <strong>del</strong> procedimiento para manejar al presunto DS detenido: 1) dar cuenta al Escalón Superior<br />
—al Jefe <strong>del</strong> Frente—; 2) aislarlos en un local adecuado y en seguridad; 3) someterlos a interrogación<br />
básica; 4) en todo momento deben permanecer esposados y vendados; 5) Evitar el contacto con personal de<br />
tropa no autorizado; etc. Es notorio que el oficial que escribió el informe estaba seriamente preocupado por<br />
cómo impedir que se repitan las situaciones que propician los tratos crueles e inhumanos.<br />
<strong>Los</strong> hechos posteriores muestran que los informes autocríticos como el que acabamos de reseñar tuvieron<br />
poca influencia en el desarrollo de las operaciones. El mecanismo que la nueva estrategia había puesto en<br />
marcha generó prácticas cada vez más selectivas y más sórdidas. Si en el concepto de guerra total de Luddendorf<br />
las leyes de la guerra ceden el lugar a una única máxima: «la mayor cortesía en la guerra es terminarla<br />
pronto», se puede decir que, análogamente, en el concepto de guerra contrasubversiva integral que se aplicó<br />
en el Perú las leyes de la guerra son reemplazadas por la máxima: «la mayor cortesía en la contrasubversión<br />
es que el infierno de la eliminación selectiva pase inadvertido». Circunstancias que contribuyeron a la intensificación<br />
de las operaciones encubiertas y la degradación de la ética profesional de las fuerzas <strong>del</strong> orden fueron,<br />
primero, los exiguos medios económicos estatales al final <strong>del</strong> gobierno de García y los primeros años <strong>del</strong><br />
de Fujimori; segundo, los efectos psicológicos y morales de la guerra prolongada en el personal militar; y,<br />
tercero, las dificultades especiales que presentaban los Frentes Huallaga y Ucayali a causa <strong>del</strong> narcotráfico.<br />
539 Ibídem, p. 4.<br />
540 Ibídem, p. 5.<br />
541 Ibídem, p. 10.<br />
542 Ibídem, p. 9.<br />
TOMO II PÁGINA 203