Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
A pesar de las limitaciones en medio de las que debía realizar su trabajo, la DIRCOTE alcanzó una serie<br />
de logros tempranos en la labor contrasubversiva. Esto se tradujo, especialmente, en capturas de<br />
mandos medios y altos (sobre todo <strong>del</strong> MRTA). Sin embargo, su labor no estuvo ajena a la violación<br />
de derechos humanos. Debido a prácticas institucionalizadas en el desempeño policial de la PIP, serán<br />
frecuentes los casos de detenciones indebidas —costumbre de detener para investigar— así como de<br />
malos tratos y torturas en interrogatorios.<br />
Por entonces, el sistema de administración de justicia comportaba una serie de deficiencias que dificultaban<br />
el trabajo policial contrasubversivo, fundamentalmente por la liberación de diversos subversivos<br />
durante el proceso judicial o por beneficios carcelarios excesivos.<br />
La creación de la Policía Nacional <strong>del</strong> Perú no representó en sí misma una reestructuración radical de<br />
la estrategia contrasubversiva <strong>del</strong> Gobierno. Intentó disminuir los conflictos entre los institutos policiales,<br />
pero no los eliminó inmediatamente. La formación de una unidad élite, como la DOES, fue un<br />
proceso importante en la centralización de las acciones policiales contrasubversivas, pero implicó un<br />
sesgo militarista en la institución.<br />
El proceso creciente de violencia en el país, la abdicación sucesiva <strong>del</strong> poder político y, con ello, la militarización<br />
de vastas zonas <strong>del</strong> país —que implicó un recorte de las funciones policiales— y de la respuesta<br />
contrasubversiva contribuyeron también a acentuar la militarización de nuestra policía.<br />
La aplicación <strong>del</strong> nuevo manual contrasubversivo <strong>del</strong> Ejército en las zonas de emergencia desde 1989,<br />
redefinirá también el rol y acciones de los agentes policiales bajo su mando.<br />
Ajena a estos cambios, la DIRCOTE seguirá el trabajo trazado en Lima, con una mejora sustancial en<br />
sus recursos gracias al apoyo de agencias de seguridad de gobiernos extranjeros. A inicios de los noventa,<br />
la DIRCOTE (luego DINCOTE y nuevamente DIRCOTE) sorprenderá al país con las capturas<br />
sucesivas de los principales dirigentes de los grupos subversivos, especialmente con la de Abimael<br />
Guzmán. <strong>Los</strong> logros de la DINCOTE no fueron parte de una estrategia o plan diseñados por el nuevo<br />
gobierno o por las Fuerzas Armadas, sino más bien consecuencia de decisiones tomadas previamente<br />
en un largo proceso de trabajo, el financiamiento y equipamiento oportuno y de la experiencia policial<br />
e información acumulada en la materia.<br />
Las capturas de los principales líderes subversivos durante 1992 constituyeron un aporte fundamental<br />
para conseguir la derrota estratégica de la subversión y el terrorismo.<br />
Sin embargo, estos grandes logros se vieron apañados en parte por un nuevo incremento de violaciones<br />
de los derechos humanos, sobre todo al debido proceso, propiciado por un marco legal e institucional<br />
autoritario y represivo. Esto conduciría a cientos de inocentes a prisión en muchos casos, entre otros factores,<br />
debido a una deficiente actuación policial y <strong>del</strong> sistema de administración de justicia en general.<br />
La instrumentalización política de la policía, presente en los ochenta, llegó a niveles alarmantes durante<br />
la década de los noventa. Con el cambio de gobierno, se inició un giro hacia el afianzamiento <strong>del</strong><br />
poder militar, con la progresiva preeminencia <strong>del</strong> SIN. La Policía Nacional será sometida al control<br />
militar desde el Ministerio <strong>del</strong> Interior y, en general, a los planes que el SIN incluía para ella. A finales<br />
de la década, vemos a una Policía Nacional subordinada al poder militar, postergada en la agenda <strong>del</strong><br />
gobierno, disminuida en sus facultades y atravesada por la corrupción de las altas esferas <strong>del</strong> Estado.<br />
3. LAS FUERZAS ARMADAS<br />
Las decisiones políticas, estratégicas y operacionales relativas a la participación de las Fuerzas Armadas durante<br />
la guerra contrasubversiva en el período 1980 a 2000 son el tema <strong>del</strong> presente estudio. Se trata de establecer cuáles<br />
fueron los efectos e implicancias <strong>del</strong> empleo de las Fuerzas Armadas a lo largo <strong>del</strong> conflicto y de evaluar, por<br />
períodos y casos, de acuerdo con el mandato de la CVR <strong>del</strong> Perú, si este empleo fue responsable y acertado o no.<br />
Nuestro trabajo aspira a hacer patente hoy la enorme dificultad de las decisiones que tuvieron que tomar los<br />
responsables de la defensa. No emplear la fuerza militar cuando el país se encuentra bajo ataque es una responsabilidad<br />
muy grave, pero ordenar su empleo lo es también, porque la acción militar implica un estado de excepción<br />
en el cual la población pierde la mayor parte de sus derechos y la violencia suele desbordarse.<br />
Las decisiones sobre el empleo de la fuerza militar son especialmente graves cuando se trata de un conflicto<br />
interno. Si los insurrectos —como en el caso <strong>del</strong> Partido Comunista <strong>del</strong> Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL)—<br />
TOMO II PÁGINA 169