Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
Finalmente, cabe destacar que, como parte de la guerra psicológica, es necesario «recalcar el hecho de que<br />
la lucha anticomunista es una lucha entre la libertad y la esclavitud, entre la democracia y el totalitarismo. Por<br />
eso, la implantación <strong>del</strong> régimen constitucional, la consolidación <strong>del</strong> imperio de la ley y la salvaguarda de los<br />
derechos humanos son los objetivos fundamentales que persigue nuestra empresa anticomunista y de salvación<br />
nacional». 592 Igual que en los manuales de Defensa Nacional 593 peruanos de las últimas tres décadas <strong>del</strong><br />
siglo XX, la plena vigencia de los derechos personales se menciona como un objetivo remoto, para conseguir<br />
el cual es necesario garantizar hoy día la plena operatividad de las Fuerzas Armadas y la ejecución de las tareas<br />
de la Defensa Nacional en sus dos ámbitos, externo e interno, con el concurso de toda la población. En<br />
otras palabras, la plenitud <strong>del</strong> estado de derecho, la seguridad, es una situación ideal que algún día se alcanzará<br />
mediante las acciones de la Defensa Nacional. En esta concepción, así como en la «guerra política», el<br />
orden de los valores democráticos está invertido. En vez de afirmar que la dignidad de cada ser humano existe,<br />
ya plenamente real, en él mismo, y que respetarla es la condición de legitimidad de las acciones de gobierno<br />
y, entre ellas, de la política de defensa, se afirma que la garantía de los derechos es un «objetivo», y que la<br />
acción <strong>del</strong> Estado se justifica porque tiene esa finalidad. Así resulta que quienes contribuyen a realizar los<br />
fines de la política de defensa <strong>del</strong> Estado son los verdaderos defensores de los derechos humanos, aunque<br />
dicha política de defensa se ejecute mediante la suspensión de garantías y la extinción de la luz pública, a<br />
través de operaciones encubiertas de servicios secretos militares sin control democrático.<br />
En el caso de Taiwán, podríamos recurrir a una explicación cultural de esta contradicción, a saber, que las<br />
sociedades orientales no son humanistas ni tienen la marcada noción de derechos individuales que es característica<br />
de las sociedades occidentales. En muchos detalles de estos textos salta a la vista esa diferencia cultural.<br />
Por ejemplo, cuando denuncian con facilidad el «individualismo» de los activistas y políticos democráticos<br />
que primero son usados por los comunistas para alejar a las masas <strong>del</strong> gobierno y luego, cuando los comunistas<br />
toman el poder, son traicionados y desaparecidos por los mismos comunistas. La actitud de esos demócratas<br />
no es valorada en absoluto y se les considera simplemente tontos útiles. O cuando definen a cierto tipo de<br />
espías, los «espías condenados», como aquellos que «enviamos al territorio enemigo y no esperamos que<br />
vuelvan vivos a nuestro medio», pues se emplean en operaciones como la siguiente: «enviamos un emisario<br />
de paz, así el enemigo se convertirá en arrogante y negligente, así podemos atacar al enemigo sorpresivamente<br />
cuando está sin preparación, pero entonces nuestro emisario de paz será eliminado por el enemigo». 594<br />
3.3.4. El Plan Político-Militar y el ascenso de Alberto Fujimori<br />
Durante 1989, al mismo tiempo que las Fuerzas Armadas elaboraban y ponían en funcionamiento la nueva estrategia<br />
contrasubversiva, un grupo de militares y civiles preparó clandestinamente un plan de golpe de Estado<br />
para introducir un sistema de «democracia dirigida» a partir <strong>del</strong> cambio de gobierno en julio de 1990. La línea<br />
política neoliberal y autoritaria de este extenso documento, conocido en medios periodísticos como el «Plan<br />
Verde», fue asumida después por la camarilla político-militar que Vladimiro Montesinos organizó alrededor de<br />
Fujimori. En a<strong>del</strong>ante, llamaremos Plan Político-Militar a este documento, a falta de otro nombre más preciso. La<br />
idea <strong>del</strong> Plan Político-Militar era hacer un pronunciamiento militar poco antes <strong>del</strong> cambio de gobierno, derrocar<br />
en el acto a Alan García, detenerlo, procesarlo por traición a la Patria y presionar al nuevo Presidente para que<br />
aceptara cogobernar con las Fuerzas Armadas. Esta acción no se puso en marcha porque el ascenso de Fujimori<br />
complicó las cosas. El Plan Político-Militar contaba con una polarización extrema entre el Frente Democrático<br />
(Fredemo) y el PAP que impediría una salida pacífica dentro <strong>del</strong> proceso democrático y daría lugar a un pronunciamiento<br />
militar <strong>del</strong> que nacería un nuevo régimen civil sustentado por las Fuerzas Armadas, el cual realizaría<br />
los dos grandes cambios inminentes e inevitables, la reforma económica y la derrota <strong>del</strong> terrorismo. Pero el<br />
acercamiento político de Fujimori con el PAP y las izquierdas a inicios de su gobierno abrió un compás de espera.<br />
Éste se alargó a causa de las negociaciones con los Estados Unidos sobre la ayuda militar y económica para<br />
luchar contra la subversión y el narcotráfico. En todo este proceso, Vladimiro Montesinos, aunque no había formado<br />
parte <strong>del</strong> grupo creador <strong>del</strong> Plan Político-Militar, se hizo cargo de mantener vivo el plan a través de estas<br />
complicaciones, actualizándolo y adecuándolo a los intereses de su camarilla presidencial-militar. En otras palabras,<br />
llevó la conspiración más allá de lo que se habían imaginado los conspiradores. Finalmente, el operativo<br />
592 Ibídem, p. 255.<br />
593 Planteamientos Doctrinarios y Metodológicos de la Defensa Nacional. CAEM, 1991.<br />
594 Ibídem, p. 202.<br />
TOMO II PÁGINA 221