Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
condiciones objetivas se van agravando aún más día a día, debido al incremento en el precio de los artículos<br />
de primera necesidad.<br />
Jamás, los especialistas en Contrasubversión han atribuido como causa de la subversión a la miseria,<br />
a la pobreza de los pueblos; pero no debe olvidarse que es el entorno que lo favorece, y que sus<br />
Directores intelectuales los requieren como detonante para utilizar a las masas ignorantes como su<br />
Fuerza de Combate.499<br />
A partir <strong>del</strong> año 1984 la Infantería de Marina organizó los primeros comités de autodefensa. Pero esas<br />
autodefensas campesinas (valle <strong>del</strong> Apurímac) y los reagrupamientos de población («aldeas estratégicas»<br />
alrededor de Huanta) 500 no contribuyeron en este período a reducir el carácter indiscriminado de las acciones<br />
de armas, aunque proveyeron experiencias que resultarían útiles más a<strong>del</strong>ante. Estas estrategias experimentales<br />
se ejecutaron al margen de la política oficial, la cual estaba en contra de movilizar a los campesinos<br />
y de dar autoridad política a los militares. La estrategia de seguridad nacional <strong>del</strong> partido <strong>del</strong> Gobierno<br />
era, al parecer, ejercer presión militar sobre el campo y trabajar para la captura policial de los mandos subversivos.<br />
501 En las áreas a cargo de la Marina, se formó un Comité de Defensa Civil que empezó a controlar<br />
y agrupar las autodefensas de los pagos de ambas márgenes <strong>del</strong> río Apurímac. La sede central <strong>del</strong> Comité<br />
se estableció en Pichiwillca. Una patrulla militar recorre el valle acompañada de más de 200 hombres de<br />
apoyo, requisando los pueblos casa por casa. «Esta gente, con gran operatividad y autonomía, fue alentada<br />
por los respectivos comandos militares» (Álvarez 1989: 158).<br />
El Gobierno urge a los mandos militares y policiales a eliminar los brotes subversivos y al mismo tiempo<br />
mantiene el tema sin mayores consecuencias políticas. En 1983, la sección de la Policía de Investigaciones dedicada<br />
a investigar las actividades terroristas fue elevada al rango de Dirección Contra el Terrorismo<br />
(DIRCOTE) por el Ministro <strong>del</strong> Interior Luis Pércovich Roca. Encargada a personal formado en investigaciones<br />
policiales —Javier Palacios, entre otros—, esta Dirección debía subsanar la grave carencia de inteligencia<br />
antiterrorista a fin de complementar el esfuerzo militar en el campo. Éste fue, empero, el inicio de otro problema<br />
mayor que se agigantó con el paso de los años: las capacidades de investigación policial se pusieron al<br />
servicio de la inteligencia de guerra, abandonando su razón de ser, que es permitir capturas legales sobre la<br />
base de pruebas objetivas. En vez de realizar las investigaciones con todas las exigencias de ley con la finalidad<br />
de llevar ante tribunales al <strong>del</strong>incuente terrorista con un expediente sustentado en medios probatorios, las<br />
habilidades de los policías de investigaciones, entrenados para la observación y la escucha clandestina, la<br />
infiltración de las organizaciones criminales y la captación de colaboradores, se convirtieron paulatinamente<br />
en medios auxiliares de la acción militar contrasubversiva.<br />
En la zona de Huanta, se realizó un experimento de otro tipo en 1984 con resultados desastrosos para la<br />
población involucrada. Se trata de las llamadas «Aldeas estratégicas». Consistía en concentrar la población de<br />
varios pueblos en un solo centro poblado bajo control militar. Se instalaba entonces un Comité de Defensa<br />
Civil con brevísimo entrenamiento —en el caso de Pampacancha fue de sólo una semana— y se obligaba a<br />
habitar el lugar a gentes que tenían sus tierras de trabajo en lugares muy alejados, sin tomar en cuenta tampoco<br />
los ciclos de labores agropecuarias ni las tensiones o rivalidades entre pobladores de distinta proveniencia.<br />
El resultado fue que el PCP-SL infiltró, dividió y derrotó en poco tiempo estas autodefensas, tras lo cual castigó<br />
duramente a las poblaciones.<br />
Independientemente de su éxito o fracaso, lo cierto es que estas iniciativas de las Fuerzas Armadas para<br />
organizar la autodefensa de la población estaban completamente al margen de la estrategia oficial. El Gobierno,<br />
la oposición, muchos altos mandos militares y la opinión pública predominante estaban en contra de armar<br />
a la población. Esto, sumado a las iniciativas <strong>del</strong> general Huamán Centeno, muestra que desde los prime-<br />
499 Informe sobre experiencias en Operaciones Contrasubversivas en la sub-zona «E» en emergencia presentado por el Gral Brig. Adrián<br />
Huamán Centeno. Informe 02/AHC. 24-09- 1984.<br />
500 Cf. Goldenberg, Sonia. «<strong>Los</strong> montoneros de Huanta. Una jornada en las alturas navalizadas». Debate, 28, 1984. González, Raúl.<br />
«Ayacucho: el desfile de la violencia». Quehacer, 33, febrero de 1985. Taylor, Lewis. «La estrategia contrainsurgente, el PCP-SL y la Guerra<br />
civil en el Perú». Debate Agrario, 26, 1997.<br />
501 El Ministro <strong>del</strong> Interior Luis Pércovich Roca, quien lideraba la línea oficial de negar toda autoridad política a los militares y potenciar a<br />
la policía, funda en 1983 la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DIRCOTE), en la que se desempeñaron investigadores policiales<br />
como Benedicto Jiménez.<br />
TOMO II PÁGINA 185