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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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LOS ACTORES ARMADOS<br />

Para subsanar esta deficiencia, los jefes de la organización subversiva acordaron prestar particular atención a<br />

la formación de sus militantes. 680<br />

<strong>Los</strong> dirigentes subversivos hicieron también un balance <strong>del</strong> desempeño <strong>del</strong> gobierno de Alan García hasta<br />

ese momento. Según su perspectiva, García no había dado muestras palpables de llevar a la práctica sus ofrecimientos<br />

electorales, ni mucho menos luchar frontalmente contra «los monopolios», ni acabar con la violación<br />

de los derechos humanos. Por el contrario, consideraban que el gobierno aprista se deslizaba por una<br />

«pendiente atravesada por múltiples concesiones al imperialismo, a las clases dominantes nativas y a las<br />

FF.AA. [Fuerzas Armadas] dando la preocupante impresión que el gobierno no es capaz de avanzar por las<br />

sendas <strong>del</strong> cambio, a pesar <strong>del</strong> amplio respaldo de las masas populares» (MRTA 1990: 102).<br />

En una situación como ésta, el MRTA pretendió convocar a todas las fuerzas que para ellos conformaban<br />

el campo popular (organizaciones sindicales, gremiales, asociativas de los sectores populares, IU y al PCP-SL)<br />

y a los sectores «consecuentemente populares» <strong>del</strong> APRA y las FF.AA. e incluso de la Iglesia Católica, para<br />

exigir al gobierno de García que optase entre los «monopolios» y el pueblo. Su pedido, hecho público en febrero<br />

de 1986, no causó mayor impacto en la opinión pública, ni en los sectores convocados para tal emplazamiento<br />

al gobierno <strong>del</strong> PAP.<br />

Posterior a la realización de su III Comité, el MRTA continuó con sus acciones especialmente en las ciudades<br />

de Lima, Huancayo y Chiclayo. El 21 de abril de 1986, en solidaridad con Libia, que había sido bombardeada por<br />

Estados Unidos, colocaron un coche bomba en la residencia <strong>del</strong> embajador norteamericano. Y, en homenaje al<br />

inicio de las guerrillas <strong>del</strong> MIR en 1965, realizaron dos acciones importantes en Lima. La primera fue llevada a<br />

cabo el 9 de junio en la plaza de Villa María <strong>del</strong> Perpetuo Socorro (ubicada en la margen izquierda <strong>del</strong> río Rímac),<br />

donde convocaron un mitin y repartieron alimentos robados a dos camiones distribuidores. La segunda<br />

acción consistió en el incendio de uno de los ambientes <strong>del</strong> Casino de Policía en el centro de Lima realizado por<br />

un comando subversivo. Cuando se retiraban, se enfrentaron con los policías y uno de ellos murió.<br />

Pocos días después, el 18 y el 19 de junio, los militantes <strong>del</strong> PCP-SL se amotinaron en tres penales, El Frontón,<br />

Lurigancho y Santa Mónica, aprovechando la cobertura de los medios de comunicación al Congreso de la<br />

Internacional Socialista que se realizaba en Lima. El gobierno de García encargó el debelamiento <strong>del</strong> motín a las<br />

Fuerzas Armadas con un saldo de 244 personas muertas. 681 Casi de inmediato, comandos <strong>del</strong> MRTA tomaron las<br />

agencias ANSA, France Press, Reuters y DPA y propalaron un comunicado condenando estos sucesos.<br />

El 7 de agosto, la Dirección Nacional <strong>del</strong> MRTA realizó una segunda conferencia de prensa en Lima. Víctor<br />

Polay Campos encapuchado, en su calidad de Secretario General, anunciaba a los periodistas reunidos el<br />

fin de la suspensión de acciones político-militares contra el gobierno <strong>del</strong> PAP. Las razones formuladas para<br />

sustentar aquella decisión fueron varias, entre ellas, la inconsecuencia a la hora de pagar la deuda externa; 682<br />

los beneficios concedidos a la empresa petrolera OXY; la importación excesiva de productos agrícolas que<br />

perjudicaba al agro nacional; el clientelismo político encarnado en el Programa de Ayuda al Ingreso Temporal<br />

(PAIT), cuyos trabajadores eran utilizados para enfrentar las movilizaciones sindicales; la flexibilización de la<br />

estabilidad laboral en el sector privado y la aplicación de un programa económico que creaba la ilusión de un<br />

crecimiento económico, pero sin un sustento real en la producción; por último, la creciente violación de los<br />

derechos humanos, graficado en el debelamiento <strong>del</strong> motín de los presos <strong>del</strong> PCP-SL, el descubrimiento de<br />

varias fosas comunes y la impunidad de los que cometían tales violaciones (MRTA 1990: 86).<br />

Durante la conferencia de prensa, un periodista preguntó al vocero <strong>del</strong> MRTA: «¿en qué queda la tregua<br />

que habían Uds. formulado formalmente hace un año con respecto al gobierno aprista? ¿Qué pasa con la relación<br />

entre el MRTA y el APRA de aquí en a<strong>del</strong>ante?», interrogantes que fueron respondidos de la siguiente<br />

manera por Polay:<br />

En aquella oportunidad entendíamos que las masas habían votado en las calles, en los paros, en las movilizaciones,<br />

en las luchas y también en las urnas, por el cambio; habían votado por un gobierno que levantaba las bande-<br />

680 Sin embargo, este punto no se logró. Con el transcurso <strong>del</strong> tiempo, el incremento de militantes, la extensión de su presencia en el<br />

territorio nacional, las sucesivas caídas de importantes dirigentes subversivos, la falta de dirigentes y mandos medios con experiencia y<br />

formación política e ideológica se fue agudizando significativamente.<br />

681 Al respecto véase el subcapítulo «Las cárceles» en el tomo V.<br />

682 El presidente García había ofrecido pagar no más <strong>del</strong> 10% <strong>del</strong> total de exportaciones <strong>del</strong> país, pero terminó pagando el 35%.<br />

TOMO II PÁGINA 265

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