Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
de San Martín). Su detención fue seguida por el arrepentimiento de los últimos responsables de los destacamentos<br />
que operaban en San Martín, con lo cual el Frente Nororiental desapareció por completo. Con ello, las acciones<br />
subversivas <strong>del</strong> MRTA se concentraron en el Frente Central a la par que disminuían en la ciudad de Lima. 763<br />
El reordenamiento <strong>del</strong> trabajo militar <strong>del</strong> MRTA en el frente central 764 le permitió mayor flexibilidad y<br />
capacidad de movimiento. En 1992, su fuerza militar se estimaba en 150 militantes completamente armados<br />
y uniformados. 765 <strong>Los</strong> responsables <strong>del</strong> frente dividieron a sus fuerzas en dos destacamentos, integrado por<br />
75 subversivos cada uno, los cuales operarían en cada una de las márgenes <strong>del</strong> río Perené (provincia de<br />
Chanchamayo). Y, por último, se formaron las «Fuerzas Especiales», 766 las que dependían directamente de<br />
la Dirección Regional <strong>del</strong> MRTA. En tanto, en el plano organizativo habían logrado articular una serie de<br />
estructuras como logística, inteligencia-contrainteligencia, sanidad y comunicaciones que contribuían al<br />
funcionamiento <strong>del</strong> frente central.<br />
Reorganizados, las principales acciones <strong>del</strong> frente central, se ubicaron en el plano militar. Numerosas acciones<br />
de hostigamiento, emboscadas y enfrentamientos con las fuerzas <strong>del</strong> orden se sucedieron durante 1993,<br />
1994 y 1995. 767 Sin embargo, éstas no trascendieron en el resto <strong>del</strong> país, incluso su difusión fue parcial en la<br />
Región Central, y, por lo mismo, no causaron mayor impacto político.<br />
En 1994, la conducción <strong>del</strong> frente central fue asumida por Miguel Rincón Rincón con el cargo de Comandante<br />
General <strong>del</strong> frente. Asimismo, ese mismo año, el Frente Central se autodenominó «Juan Santos Atahualpa».<br />
<strong>Los</strong> frecuentes enfrentamientos con el Ejército, las sucesivas caídas de subversivos, las detenciones<br />
de dirigentes, la poca posibilidad de reponerlos con celeridad, el arrepentimiento de algunos de sus integrantes<br />
y la infiltración de miembros de las Fuerzas Armadas en sus filas, que los iban eliminando de manera sistemática,<br />
768 fueron resquebrajando al Frente Central, en particular, al destacamento de la margen derecha <strong>del</strong><br />
río Perené, que finalmente desapareció hacia fines de 1994 y principios de 1995.<br />
En el corto plazo, los términos en los cuales el MRTA planteó la lucha contra el Ejército a la larga los fueron<br />
desgastando. Para Alberto Gálvez Olaechea, «el conflicto devino en una guerra entre aparatos, en la que<br />
era inevitable que venciera el aparato más poderoso: el Estado» (2003: 53).<br />
En esa situación, el MRTA evaluó que si pretendía lograr cierto protagonismo y mantener un mínimo<br />
de presencia política tenía que ejecutar una acción de envergadura que los pusiera nuevamente en un lugar<br />
expectante de la escena nacional, como cuando aparecieron en Juanjuí en noviembre de 1987 o cuando sucedió<br />
la fuga <strong>del</strong> penal «Castro Castro» en las postrimerías <strong>del</strong> gobierno PAP en julio de 1990. Además, es<br />
plausible suponer, que los dirigentes subversivos eran conscientes de que la lucha armada para conquistar<br />
el poder era inviable, en un contexto en el que se constataba los resultados de la estrategia integral de las<br />
Fuerzas Armadas y un sector mayoritario de militantes <strong>del</strong> PCP-SL, liderados por Abimael Guzmán, había<br />
cesado la ejecución de acciones armadas.<br />
763 Véase la historia <strong>del</strong> conflicto armado interno en la región de Lima Metropolitana en el tomo IV.<br />
764 La estrategia militar subversiva puesta en práctica hasta fines de 1991 trató de recrear las experiencias de las guerrillas<br />
latinoamericanas iniciadas con la revolución cubana a fines de los cincuenta. Sin embargo, no se produjo una apropiación crítica de las<br />
mismas y repitieron los mismos errores cometidas por ellas. Como recuerda «Lucas», «nosotros vemos una fuerza militar totalmente de<br />
guerrilla a la antigua, tipo <strong>del</strong> MIR <strong>del</strong> 65, una guerrilla andante, que de acá para allá, todo un grupo, más o menos eran 30 hombres. Se<br />
dirigían a distintos sitios [...] ese grupo rara vez se dividía y podía hacer acciones; y los mandos, quienes componían la Dirección<br />
Regional, estaban en la ciudad».<br />
La excepción fue lo sucedido en el Frente Central donde se produjeron cambios en la estructura, funcionamiento y tácticas de la fuerza<br />
militar subversiva tomando como mo<strong>del</strong>o la experiencia insurgente salvadoreña. Estas modificaciones les permitieron adquirir capacidad<br />
para concentrarse y desconcentrarse y desplazarse con rapidez. Asimismo, especializaron aún más a sus Fuerzas Especiales e<br />
intensificaron el uso de modernos sistemas de comunicación.<br />
765 Para mediados de 1994, según relatan los propios miembros <strong>del</strong> MRTA, su fuerza en el Frente Central se estimaba en poco más de 500<br />
personas entre militantes, colaboradores y simpatizantes.<br />
766 <strong>Los</strong> integrantes de las Fuerzas Especiales fueron conocidos como «<strong>Los</strong> negritos». Su nombre se debe al color negro <strong>del</strong> uniforme que<br />
usaban. El primer «grupo de ataque» a la Base Contrasubversiva en Villarrica (provincia de Oxapampa), el 1 de mayo de 1992, pertenecía<br />
a las Fuerzas Especiales <strong>del</strong> Frente Central.<br />
767 Un recuento de sus acciones más importantes puede verse en la historia regional <strong>del</strong> conflicto armado interno en la región <strong>del</strong> centro<br />
en el tomo IV.<br />
768 <strong>Los</strong> subversivos estiman que perdieron de ese modo entre veinte y cuarenta combatientes.<br />
TOMO II PÁGINA 281