Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
triotismo con que las Fuerzas Armadas han enfrentado a enemigos tanto en el frente interno como en el externo.<br />
Las Fuerzas Armadas (respetuosas de la libertad de prensa) expresan su más enérgico rechazo a la tendenciosa y<br />
malintencionada campaña implementada por el ciudadano Baruch Ivcher Bronstein ya que ésta desnaturaliza el<br />
respeto a las libertades de expresión al pretender distanciar a las instituciones tutelares <strong>del</strong> pueblo peruano que<br />
es en última instancia, nuestra razón de ser.<br />
El canal de televisión cuyo accionista mayoritario era Ivcher había dejado de apoyar al régimen y publicado<br />
graves denuncias contra él (como los ingresos de Montesinos, el caso sobre Leonor La Rosa, etc.), después<br />
de haberlo apoyado fielmente durante años. Ivcher había estado vinculado a las Fuerzas Armadas<br />
también por una serie de contratos como proveedor. Sin que nadie pudiera saber a qué se referían exactamente<br />
los generales al hablar de una «tendenciosa y malintencionada campaña», Ivcher se había convertido<br />
en el primer peruano merecedor de un comunicado de las Fuerzas Armadas sobre su comportamiento personal,<br />
sin que mediara denuncia penal ni juicio alguno. Para completar el amedrentamiento, el 28 de mayo<br />
el Ministerio <strong>del</strong> Interior publicó el Reglamento de la Ley de Nacionalidad que regula los requisitos para la<br />
obtención y pérdida de la nacionalidad peruana por parte de ciudadanos extranjeros, en cuyo artículo 12 se<br />
señala como una de las causales para que el Estado peruano cancele la nacionalidad otorgada a los ciudadanos<br />
extranjeros «cometer actos que pudieran afectar la Seguridad Nacional y el interés <strong>del</strong> Estado, previo<br />
informe de los organismos competentes». Si Ivcher perdía la nacionalidad, perdía también el control <strong>del</strong><br />
canal, pues no está permitido a extranjeros regir canales de televisión en el Perú.<br />
La respuesta de la mayoría de los diarios, radios y televisoras fue indignada y directa. Las Fuerzas Armadas<br />
estaban amenazando la libertad de prensa. Fujimori y su primer ministro, Alberto Pandolfi, tuvieron<br />
que dar la cara por los militares. Pandolfi y otros ministros tuvieron que responder a las preguntas <strong>del</strong> congreso.<br />
Al mencionar que en el fondo <strong>del</strong> asunto habría una cuestión de seguridad nacional, Pandolfi dio a<br />
entender que, para presentar esa cuestión al Congreso, correspondía hacer una sesión secreta con miembros<br />
de las Fuerzas Armadas. Rectificado por la oposición, admitió que quien debía concurrir al Congreso era el<br />
Ministro de Defensa. Pero, llegada la hora de la sesión, sucedió lo inaudito: se presentó el ministro de Defensa,<br />
general EP César Saucedo Sánchez, y con él los comandantes generales <strong>del</strong> Ejército, Nicolás Hermoza<br />
Ríos; de la Marina, Antonio Ibárcena Amico; y de la Fuerza Aérea, Elesvan Bello Vásquez; y 36 militares<br />
más, la plana mayor entera de las Fuerzas Armadas. Sucedió luego que, durante la sesión secreta, el congresista<br />
Javier Diez Canseco (IU) sostuvo una entrevista telefónica con el conductor <strong>del</strong> programa En Persona,<br />
César Hildebrandt. Al enterarse de la comunicación que en ese momento sostenían Diez Canseco y Hildebrandt,<br />
la Mesa Directiva suspendió de inmediato la sesión por falta de garantías. <strong>Los</strong> altos mandos<br />
militares se retiraron indignados y Diez Canseco fue suspendido mediante proceso disciplinario <strong>del</strong> Congreso.<br />
Nunca se supo cuáles fueron las actividades de Ivcher que los militares consideraron lesivas a la<br />
seguridad nacional. El único civil a quien le fueron presentadas fue Francisco Tu<strong>del</strong>a, Ministro de Relaciones<br />
Exteriores, en sesión secreta con el Comando Conjunto en el Cuartel General <strong>del</strong> Ejército.<br />
La expoliación se puso en marcha unos días después. El general Fernando Dianderas, director de la PNP,<br />
anunció, en una conferencia de prensa, irregularidades en la nacionalización de Ivcher. Poco después se publicó<br />
una resolución de la Dirección de Migraciones que dejaba sin efecto la nacionalidad peruana de Ivcher, por no<br />
haber él acreditado en su momento la renuncia a la nacionalidad israelita. Este argumento era ilegal y la resolución<br />
hubiera sido fácilmente impugnable si hubiera habido un Poder Judicial independiente. Perdida la nacionalidad,<br />
perdió Ivcher en los meses siguientes el control <strong>del</strong> canal y éste quedó en manos de los accionistas minoritarios,<br />
los hermanos Winter, quienes lo pusieron completamente al servicio de la línea <strong>del</strong> Gobierno.<br />
En vez de resultar una ganancia para la imagen <strong>del</strong> Gobierno, esta operación reveló la peligrosidad de su vocación<br />
autoritaria y antidemocrática y causó inseguridad en el empresariado y hasta en los medios de prensa<br />
conservadores. Al quitarle la libertad de expresión y luego la ciudadanía y la propiedad a Ivcher, el régimen se<br />
mostró capaz de atentar contra los principios más elementales de la sociedad moderna. Lo que había empezado<br />
años atrás como la abolición de los derechos laborales y sociales, para luego convertirse en la mutilación de las<br />
garantías jurídicas y políticas, terminaba ahora en un ataque a la propiedad privada y la libertad individual. Es<br />
notorio que el caso Ivcher surgió por iniciativa de la cúpula militar, en particular de Hermoza Ríos. Montesinos se<br />
las ingenió para hacerle pagar a Hermoza Ríos la cuenta de estos perjuicios políticos, lo cual no era muy difícil,<br />
porque Hermoza Ríos era simple y previsible en todas sus acciones. Durante el año siguiente y hasta su destitución<br />
en agosto de 1998, no tomó ninguna iniciativa pública.<br />
TOMO II PÁGINA 249