Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
gunos de sus miembros involucrados. En lugar de que la situación fuera enfrentada luego de la matanza de<br />
1986, ésta empeoró. A la par que la crisis económica <strong>del</strong> país se agudizaba, aumentaba el número de detenidos<br />
acusados por terrorismo 262 y la ineficiencia <strong>del</strong> sistema de administración de justicia. 263<br />
2.3. EL DESPLIEGUE NACIONAL DE LA VIOLENCIA (18/19 DE JUNIO DE 1986-27 DE MARZO DE 1989)<br />
2.3.1. Otras medidas dadas desde el Ministerio <strong>del</strong> Interior<br />
Como hemos precisado, la decisión de emprender la reorganización de las Fuerzas Policiales no constituyó parte<br />
de una nueva estrategia de lucha contrasubversiva. Cabe resaltar que, en términos generales, la subversión no<br />
era sentida aún como un problema principal ni en la opinión pública limeña, centro <strong>del</strong> poder, ni tampoco fue<br />
establecida como una de las prioridades para atender desde el Gobierno. Dentro de una visión aún incompleta y<br />
sesgada acerca <strong>del</strong> carácter <strong>del</strong> fenómeno subversivo, el Gobierno privilegió otro tipo de medidas más bien generales,<br />
bajo el supuesto de que los resultados de las mismas darían sus frutos rápidamente. 264<br />
Presionado especialmente por la ola de secuestros en aumento, así como el deber de llevar a<strong>del</strong>ante la reorganización<br />
de las Fuerzas Policiales, el Ministerio <strong>del</strong> Interior decidió priorizar la resolución de los problemas<br />
más sentidos por la opinión pública, eminentemente limeña en ese momento: la <strong>del</strong>incuencia común y los<br />
secuestros y, en segundo lugar, la política antidrogas. 265<br />
En esta primera etapa, la acción de Interior con respecto a lucha contrasubversiva priorizó el equipamiento<br />
de las unidades de combate de las Fuerzas Policiales ydescuidó el fortalecimiento de sus órganos de inteligencia.<br />
Se tendería al fortalecimiento de las ramas y órganos operativos policiales de interés, a partir de una<br />
política de equipamiento y armamento. El Ministerio <strong>del</strong> Interior no tuvo, en ese momento y durante buena<br />
parte <strong>del</strong> gobierno, un trato directo con los ministerios militares para coordinar planes conjuntos para la lucha<br />
contrasubversiva, especialmente para las zonas de emergencia, pues hasta entonces el fenómeno se percibía<br />
como localizado. Estos problemas se agravaron cuando, en 1986, el Ministerio <strong>del</strong> Interior procedió a la compra<br />
de armamento para las Fuerzas Policiales. 266<br />
Estos primeros meses en el gobierno, permitieron que el Viceministro <strong>del</strong> Interior se acercara a las unidades<br />
policiales y observara las condiciones en las que trabajaban. Pronto descubrieron la labor que con dificultades<br />
venía realizando la DIRCOTE. Mantilla decide continuar con el equipo de trabajo tal como estaba, sin<br />
ordenar cambios como en otras unidades. Para él fue claro que ellos eran «los que tenían la experiencia en ese<br />
momento». 267 Él se dispuso, entonces, a apoyarlos. Le planteó a Reyes, su director, que escogiera lo mejor de<br />
su institución (PIP) para que esos miembros fuesen trasladados a la DIRCOTE. Precisa, asimismo, que se trató<br />
de ayudarlos económicamente en ese momento; pero «no había dinero, no habíamos encontrado, la caja estaba<br />
en muy mala situación». 268 Ya habían definido otras prioridades.<br />
Sin embargo, especialmente a partir de 1986, la agenda <strong>del</strong> sector cambiaría de rumbo. El incremento de<br />
atentados dinamiteros y asesinatos <strong>del</strong> PCP-SL, así como de las acciones <strong>del</strong> MRTA en la ciudad de Lima, dieron<br />
pronto una señal de alerta al gobierno con respecto a la expansión de la violencia. En ese año, se decretó el estado<br />
de emergencia y el toque de queda en Lima Metropolitana y se dispuso que las Fuerzas Armadas asuman el<br />
control <strong>del</strong> orden interno mientras durara la suspensión de garantías constitucionales. La sensación de pérdida<br />
262 Para mayores detalles, véase el subcapítulo sobre el PCP-SL en este tomo.<br />
263 Véase más abajo «Fuerzas Policiales y administración de justicia».<br />
264 Para mayores detalles al respecto, véase el subcapítulo sobre el PAP.<br />
265 CVR. Entrevista. 24 de octubre de 2002. Mantilla.<br />
266 Mantilla refiere que, cuando llegaron al Ministerio, encontraron que la Guardia Republicana tenía siete mil fusiles HK, que se habían<br />
comprado durante el gobierno militar. La GC, que era la otra institución policial que contaba con una unidad que estaba en el campo,<br />
tenía mil fusiles argentinos, que les había proporcionado el Ejército. «El resto era armamento de segunda, usable, pero psicológicamente<br />
la policía no quería saber nada con la MGP de la Marina de Guerra, con la MK3 de Argentina que había comprado, que era un armatoste.<br />
¡Claro! Disparaba, pero cuando la gente psicológicamente se afecta y corre la generalización “ese chisguete no sirve, se revienta, se<br />
recalienta, no quiero eso. ¿No hay otra cosa?”» (CVR. Entrevista. 24 de octubre de 2002. Mantilla).<br />
267 CVR. Entrevista. 24 de octubre de 2002. Mantilla.<br />
268 Ibídem.<br />
TOMO II PÁGINA 127