Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet
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LOS ACTORES ARMADOS<br />
La ilusión de control civil de la política militar se completaba con un elemento sacado de una concepción<br />
democrática avanzada de las relaciones cívico-militares. A partir de los decretos de García, el Consejo de Ministros<br />
es el nuevo órgano rector <strong>del</strong> SDN, ya no el Consejo de Defensa Nacional, órgano creado por Morales<br />
Bermúdez a finales <strong>del</strong> gobierno militar y mantenido luego por Belaunde. La característica de ese Consejo es<br />
que tiene al Presidente <strong>del</strong> Comando Conjunto como miembro nato, sentado al mismo nivel y con los mismos<br />
derechos que el Ministro de Defensa. Eliminado el Consejo (concretamente, convertido en un órgano asesor<br />
dentro <strong>del</strong> Ministerio de Defensa), parecía que los militares no podrían imponer ya más al gobierno elegido<br />
una política de defensa. Vana ilusión, pues el nuevo Ministro de Defensa no estaba en condiciones de dirigir<br />
ni supervisar la preparación de planes ni operaciones y se limitaba a aceptar o demorar los que le presentaran<br />
las Fuerzas Armadas en conjunto. Bajo condiciones de guerra interna, este poder de veto ejercido como único<br />
medio de control ponía al gobierno en el papel de un obstaculizador de la acción contrasubversiva.<br />
El nuevo MINDEF no significó ningún avance sustantivo en el control político civil sobre las Fuerzas Armadas,<br />
porque el Presidente de la República y los Comandantes Generales conservaron sus amplias competencias<br />
y el Ministro de Defensa, en los hechos, fue siempre un militar en retiro, es decir, un miembro de la<br />
corporación de oficiales (Alegría 2002). Cuando nació, en 1987, el MINDEF ya no tenía apoyo político ni siquiera<br />
de parte de sus creadores. Según testimonio de un senador de la época, los senadores <strong>del</strong> PAP presentaron<br />
el proyecto de ley con indiferencia y hasta con extrañeza.<br />
El gobierno de Alan García intentó realizar una política de seguridad y defensa orientada a incrementar el<br />
control civil sobre las Fuerzas Armadas sin asumir la responsabilidad de una conducción unificada de la guerra.<br />
El control civil se establecería indirectamente, mediante un sistema de controles administrativos, no compartiendo<br />
la responsabilidad ejecutiva con los altos oficiales, es decir, sin que un ministro civil ni el Presidente<br />
mismo iniciasen la cadena de mando operativo. La unidad de conducción, la coherencia de los distintos esfuerzos<br />
para contribuir a la seguridad interior desde los campos militar, policial-judicial, económico y político,<br />
se esperaba más bien como un fruto <strong>del</strong> incremento <strong>del</strong> control civil administrativo. <strong>Los</strong> objetivos de la<br />
política de seguridad de Alan García, centrada en el control civil, no están muy claros en lo que respecta a la<br />
lucha contra el terrorismo. Al parecer, el gobierno de Alan García, igual que el de Belaunde, asumió que tenía<br />
que enfrentar un doble desafío de seguridad interior: por un lado, la subversión y, por otro, el golpe militar.<br />
La precaria política de control civil sobre las Fuerzas Armadas contaba con la influencia personal <strong>del</strong> Presidente<br />
sobre los altos mandos militares. Se apoyaba para esto en dos procedimientos: 1) control de ascensos<br />
por el Presidente y el Parlamento y 2) reuniones <strong>del</strong> Presidente con altos mandos y con el personal para influir<br />
en su comportamiento político. El control de ascensos partía <strong>del</strong> hecho de que el partido de gobierno tenía<br />
mayoría absoluta en el Senado. Pero en el contexto de la guerra contrasubversiva este método de control —<br />
limitado al veto o «balotaje»— no surtió efecto alguno, pues el margen de elección <strong>del</strong> Presidente y los congresistas<br />
era prácticamente nulo. <strong>Los</strong> militares presentaban regularmente su escalafón y las posibles afinidades<br />
de algunos de ellos con el Presidente o los senadores servían de anzuelo para que los políticos creyesen<br />
estar determinando la política militar <strong>del</strong> país. No es cierto que Alan García influyese en promover a los más<br />
mediocres pero leales al régimen. Ascendió casi automáticamente a los que tenían los puestos más altos en el<br />
escalafón y aceptó como señal de lealtad el comportamiento aparentemente obsecuente de los candidatos. Las<br />
reuniones políticas <strong>del</strong> Presidente con los mandos y el personal en general tuvieron con frecuencia carácter<br />
ceremonial y festivo, donde éstos se dejaron decir discursos por el Presidente y lo agasajaron de formas a veces<br />
originales y vistosas. En los hechos, Alan García no hizo más que convalidar la autonomía cada vez mayor<br />
que las Fuerzas Armadas adquirieron frente al gobierno elegido.<br />
3.2.5. La oposición y la situación de conflicto interno<br />
En materia de seguridad, la oposición parlamentaria de izquierda, se dedicó a criticar la política seguridad <strong>del</strong><br />
PAP, con la idea de evitar la «apristización» de lasFuerzas Policiales y las Fuerzas Armadas y, al mismo tiempo,<br />
marcar distancias con el PCP-SL y hacerse reconocer como alternativa nacional. En marzo de 1987, Alfonso<br />
Barrantes, líder de Izquierda Unida (IU), negoció con Alan García una amnistía para los militantes de ese<br />
frente detenidos por participar en luchas sindicales y por estar acusados sin pruebas de apoyar a la subversión.<br />
508 Si bien este tipo de preocupaciones tienen, tomadas de por sí, muy buen sentido, el problema era que<br />
508 El Legislativo la aprobó en septiembre de 1987.<br />
TOMO II PÁGINA 191