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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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LOS ACTORES ARMADOS<br />

nes muy severas e incluso la muerte si uno se apartaba de la organización. Así, sólo él podía ser el “teórico”<br />

[dar la línea] y los demás tenían que “aplicarla”» (Ramírez Durand 2003).<br />

Guzmán sobrestimaba su capacidad de convencimiento. El viraje que exigía a sus militantes al plantear la<br />

tesis <strong>del</strong> acuerdo de paz era demasiado grande para ser aceptado unánimemente. Es muy probable que esta<br />

falta de objetividad para juzgar la situación haya sido inducida en él por el culto a su propia persona que previamente<br />

había promovido con éxito en la organización, culto que terminó por hacerle creer que su palabra<br />

tenía un poder casi demiúrgico.<br />

Aunque al caer Guzmán cayó casi simultáneamente una porción considerable de la dirección política <strong>del</strong><br />

PCP-SL, el aparato militar de la organización quedó hasta cierto punto indemne. Con anterioridad, la<br />

DINCOTE había conseguido la desarticulación de El Diario, la Asociación de Abogados Democráticos y Socorro<br />

Popular, «órganos generados por el Partido». La desintegración de este último fue un golpe decisivo para<br />

Guzmán, quien, como se ha visto ya, daba a este aparato mayor importancia que al Comité Metropolitano de<br />

Lima en sus manejos políticos en la capital.<br />

En mayo de 1992 fueron muertos en el centro penal de Canto Grande, como ya se ha señalado, Yovanka<br />

Pardavé, Tito Valle Travesaño y Deodato Juárez Cruzatt. Guzmán comentaría después al general Antonio<br />

Ketín Vidal que en esa acción habían matado a sus «mejores hijos», refiriéndose a los dos últimos. Con Guzmán<br />

fue capturada Elena Iparraguirre, Myriam, integrante <strong>del</strong> Comité Permanente junto con el propio Guzmán<br />

y Óscar Ramírez Durand, Feliciano. Fue detenida también Laura Zambrano. Ramírez Durand afirma que<br />

su incoporación en el Comité Permanente, como sustituto de la fallecida Augusta La Torre, esposa de Guzmán,<br />

fue puramente formal puesto que, estando él en el campo, no podía asistir a las reuniones para tomar<br />

decisiones. Así, el Comité Permanente, máxima instancia de dirección <strong>del</strong> PCP-SL, era conducido únicamente<br />

por Abimael Guzmán y su compañera, Myriam.<br />

Poco después de la captura de Guzmán, cayó Martha Huatay, la encargada de reorganizar la dirección<br />

senderista. También fueron capturados los responsables <strong>del</strong> Comité Zonal Sur (Arequipa) y <strong>del</strong> Comité<br />

Regional Norte.<br />

Durante los meses que siguieron, el PCP-SL trató de demostrar que el golpe no había sido muy importante<br />

desplegando sangrientas ofensivas en el interior <strong>del</strong> país, pero no pudo realizar la anunciada gran ofensiva<br />

con motivo <strong>del</strong> V Centenario <strong>del</strong> Encuentro de Dos Mundos. La captura de Abimael Guzmán y de una parte<br />

significativa de la dirección senderista fue acompañada de la confiscación de varias computadoras y abundante<br />

material partidario. Así, el PCP-SL tuvo que reorganizarse urgentemente para evitar daños mayores. Óscar<br />

Ramírez Durand reorganizó su dirección con los cuadros que permanecían en libertad. Pero en los años siguientes<br />

el PCP-SL siguió recibiendo duros golpes y sus acciones disminuyeron notoriamente a pesar de que<br />

todavía quedan dos reductos senderistas, uno en el alto Huallaga y otro en el valle <strong>del</strong> Río Ene. Feliciano fue<br />

capturado en 1999 y Artemio, jefe en el Huallaga, se plegó a la tesis <strong>del</strong> acuerdo de paz. El equilibrio estratégico<br />

había sido sólo una ilusión: «ya la línea política de Guzmán —afirma Feliciano— había llevado al PCP-SL a<br />

un callejón sin salida. Eso es lo que ni él ni sus ayayeros quieren reconocer, que su propia política sectaria y<br />

ultraizquierdista llevaron a la captura de sus dirigentes y al fracaso de su proyecto» (Ramírez Durand 2003).<br />

1.7.4. Guzmán, Montesinos y el «acuerdo de paz»<br />

Las cartas que Abimael Guzmán dirigió al presidente Fujimori para negociar un acuerdo de paz fueron manejadas<br />

de acuerdo a conveniencias circunstanciales <strong>del</strong> Gobierno, que las aprovechó para asegurar su triunfo en<br />

el referéndum sobre la constitución elaborada después <strong>del</strong> golpe de Estado de abril de 1992. La primera carta,<br />

que Fujimori hizo pública en su alocución en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York el 1 de octubre de<br />

1993, tuvo un fuerte impacto y pareció garantizar una aplastante victoria electoral. Pero la publicación de una<br />

segunda carta, el 8 de octubre, resultó contraproducente. En ella, Abimael Guzmán elogiaba abiertamente al<br />

régimen que lo había capturado, lo cual, lejos de estimular el apoyo al gobierno, generó dudas sobre si había<br />

razones ocultas tras este operativo. Hasta el diario Expreso, el más firme defensor <strong>del</strong> régimen, manifestó su<br />

malestar por la forma como se estaban manejando las negociaciones:<br />

Guzmán accedió a poner en su carta algo que no es esencial al propósito declarado de la misma. No se necesita<br />

ser muy suspicaz para percatarse de que, colgado <strong>del</strong> objetivo principal, hay otro: consolidar la campaña por el<br />

TOMO II PÁGINA 85

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