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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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LOS ACTORES ARMADOS<br />

cristalizará, de algún modo, con la constitución de bandas de secuestradores [...]» (Sánchez León 1993: 131-132)<br />

Especialmente, el secuestro por rescates fue un <strong>del</strong>ito que se incrementó significativamente entre 1984 y 1986. 239<br />

Personal de las tres instituciones serían encontrados como integrantes de bandas dedicadas a este tipo de <strong>del</strong>itos.<br />

Pero, los escándalos involucraron también a altos oficiales de las Fuerzas Policiales. 240<br />

Por otro lado, las ramificaciones de corrupción policial vinculadas a narcotraficantes iban en aumento. En<br />

estos años empezaron a tener mayor notoriedad las fugas de narcotraficantes de los centros de reclusión, responsabilidad<br />

que recaía en la GR. Asimismo, a partir de 1984, se empezarían a sentir las secuelas de un proceso<br />

acelerado de implicación y desprestigio de la PIP en torno <strong>del</strong> narcotráfico. Como señala Sánchez León, lo<br />

mafioso de los <strong>del</strong>itos policiales reposaba no sólo en el carácter amplio, masivo y organizado, sino en el hecho<br />

de que las actividades fuera de la ley y el comportamiento en general eran «abierto, público y ostentoso, y<br />

permanentemente utiliza la intimidación» (Sánchez León 1993: 133). 241<br />

2.2.9. La reorganización de las Fuerzas Policiales<br />

<strong>Los</strong> niveles de corrupción entre las Fuerzas Policiales habían llegado a extremos vergonzosos 242 y el clamor<br />

popular exigía una moralización al interior de ellas. En su discurso inaugural <strong>del</strong> 28 de julio de 1985 —cuando<br />

era ya evidente la gravedad de esta situación—, el presidente Alan García señaló que solicitaría al Congreso<br />

las facultades a fin de reorganizar las Fuerzas Policiales con la finalidad de «restaurar la confianza de la gente».<br />

243 Como resulta evidente, la reorganización policial propuesta intentaría básicamente detener el acelerado<br />

proceso de corrupción policial a todo nivel. Pero, además de moralizar, la reforma también se consideró necesaria<br />

para acabar con las eternas disputas entre la GC, la PIP y la GR. 244<br />

La decisión de emprender una reforma estaba en marcha. La transferencia <strong>del</strong> mando y el ingreso al Ministerio<br />

<strong>del</strong> Interior no hicieron más que confirmar la necesidad de la misma. Realmente, la situación de las Fuerzas<br />

Policiales en esos años era alarmante. Frente a todos los problemas mencionados, el esfuerzo policial estaba<br />

[...] diluido, porque no había unidad de comando, porque además había cuatro instituciones [...] Cada una se<br />

manejaba por su lado, se enfrentaban unas con otras. En fin, realmente la situación era dramática. [...] Las fuerzas<br />

policiales en ese momento no tenían ningún tipo de equipamiento. [...] Y eso es lo que nosotros encontramos, de<br />

los diez [patrulleros], seis funcionaban a medias y dos ya se habían caído otra vez. Con esto es que nosotros<br />

hemos iniciado el esfuerzo. No había comunicaciones. No había informática, que era algo imprescindible en ese<br />

momento. Es decir, los sueldos eran pésimos, no había beneficios para los elementos de la policía. Esta fue la realidad<br />

en la cual nosotros iniciamos este esfuerzo, dentro de lo cual estaba el tema <strong>del</strong> terrorismo. 245<br />

A escasos días de anunciada la reorganización, un escándalo público de enormes proporciones confirmaría<br />

la necesidad de ésta. El 2 de agosto se conoció que una organización de narcotraficantes encabezada por<br />

Reynaldo Rodríguez López, descubierta a raíz de la explosión de un laboratorio clandestino situado en Surco,<br />

estaba protegida por una serie de ex altos jefes de la Policía de Investigaciones <strong>del</strong> Perú, entre los que figuraban<br />

el general y ex director superior de dicha institución, Eduardo Ipinze Rebatta. 246 Finalmente, la situación<br />

de corrupción generalizada incubada por años en la PIP, a la que nos refiriéramos en un inicio, estalló. 247<br />

239En 1984, se conocieron oficialmente 127 casos de secuestro denunciados. Hasta octubre de 1985, se contabilizaron 83 secuestros,<br />

producidos casi todos en Lima.<br />

240 A fines de 1984, se hizo público el caso de malversación de fondos, duplicidad de pagos y faltante en la rendición de cuentas de la GC,<br />

y se ubicó como responsable a su director, el general Balaguer.<br />

241 Véase Sánchez León (1993) para mayores detalles sobre la composición de las bandas de crímenes y, en general, sobre los «malos policías».<br />

242 Según la Encuesta Anual El Poder en el Perú de 1985 (Debate, 33, julio de 1985), las FFPP aparecían como la segunda institución que peor<br />

funcionaba en el país.<br />

243 Como para corroborar lo necesario de la medida, horas después <strong>del</strong> discurso presidencial, un agente PIP, al parecer ebrio, disparó<br />

una ráfaga contra miembros de la GC que custodiaban una comisaría en La Oroya; mató a un Cabo e hirió gravemente a un Alférez y<br />

a un guardia de dicha institución policial. Y, el 31 de julio, el jefe de la División de Homicidios de la PIP, Leonel Cevallos, fue<br />

relevado de su cargo por presunta vinculación con formas ilícitas de actividades de algunas casas de cambio (Desco. Resumen Semanal,<br />

327, 26 julio-1 agosto de 1985).<br />

244 Sin embargo, como veremos no lo conseguiría.<br />

245 CVR. Entrevista. 24 de octubre de 2002. Mantilla.<br />

246 Desco. Resumen Semanal, 328, 2/8 de agosto de 1985.<br />

247 Véase también el sucapítulo 23, «Narcotráfico, conflicto armado interno y corrupción», <strong>del</strong> tomo V..<br />

TOMO II PÁGINA 123

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