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Sección Segunda: Los Actores del Conflito - DHnet

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LOS ACTORES ARMADOS<br />

En lo referente al MRTA, la posición de Alan García no quedó sólo en palabras. Al comienzo de su gobierno,<br />

nombró una Comisión de Paz, uno de cuyos objetivos era entablar un eventual diálogo con los subversivos.<br />

Ese mismo año, el II Comité Central <strong>del</strong> MRTA otorgó unilateralmente una tregua de un año al gobierno<br />

de Alan García a fin de iniciar negociaciones.<br />

La idea que respaldaba esta actitud de García era que la llegada <strong>del</strong> PAP al poder representaría una revolución<br />

social que permitiría una distribución más justa de la riqueza, la reducción <strong>del</strong> número de pobres y,<br />

con ello, la derrota política <strong>del</strong> PCP-SL. La crueldad <strong>del</strong> enfrentamiento entre el PCP-SL y las fuerzas <strong>del</strong> orden<br />

en la sierra central era atribuida erróneamente por el nuevo gobierno a la polarización <strong>del</strong> país producida<br />

en los años anteriores por la política económica liberal de Belaunde. Como en el primer año <strong>del</strong> gobierno de<br />

Alan García disminuyó el número de huelgas al paso que las medidas proteccionistas y subsidiarias creaban<br />

una aparente bonanza económica, se esperaba que también el PCP-SL perdiera apoyo social. Para apoyar políticamente<br />

la llegada de la esperada recuperación, Alan García organizó los Rimanacuy, grandes eventos de<br />

concertación con los campesinos, y lanzó un programa de crédito rural sin intereses que resultó una entrega<br />

de dinero a fondo perdido. Como es sabido, los efectos de las medidas populistas de García aparecieron masivamente<br />

después, cuando se desató una hiperinflación y se interrumpió el crédito internacional en respuesta<br />

a la decisión unilateral peruana de reducir el pago de la deuda externa. Estos efectos hundieron al país en la<br />

incertidumbre y la recesión, lo cual aumentó dramáticamente los índices de pobreza y desempleo.<br />

En agosto de 1985, apenas asumido el poder por Alan García, fueron perpetradas por personal de las Fuerzas<br />

Armadas las matanzas de Pucayacu, Accomarca, Umaro y Bellavista, las cuales se intercalaron con feroces<br />

acciones <strong>del</strong> PCP-SL. En septiembre, una comisión <strong>del</strong> Congreso descubrió las fosas comunes en que fueron<br />

ocultadas las víctimas de las mencionadas matanzas. Alan García apoyó la investigación y destituyó de inmediato<br />

a los mandos de las Fuerzas Armadas y hasta al propio presidente <strong>del</strong> Comando Conjunto de la Fuerzas Armadas<br />

responsabilizándolos <strong>del</strong> hecho. Ésta fue la principal investigación sobre violaciones de los derechos<br />

humanos en el período de Alan García que contó con su apoyo y tuvo consecuencias. El escenario se complicó<br />

cuando, en los meses siguientes, el PCP-SL realizó una serie de atentados contra personal de la Marina de Guerra<br />

en Lima. El 16 de agosto de 1985, varias decenas de miembros de La Marina uniformados y civiles que esperaban<br />

el ómnibus que los transportaría a sus centros de trabajo fueron atacados en el distrito de Villa María <strong>del</strong><br />

Triunfo. El 14 de marzo de 1986, el PCP-SL asesinó al capitán de corbeta Jorge Alzamora Bustamante, quien<br />

había servido en la Fuerza de Tarea 90 en Ayacucho (Cassareto 1994: 13). Asimismo, el 4 de mayo de 1986, senderistas<br />

asesinaron al contralmirante Carlos Ponce Canessa, miembro <strong>del</strong> Estado Mayor de la Marina de Guerra.<br />

Frente a este último hecho, el ministro de Marina, vicealmirante Julio Pacheco Concha, advertiría los subversivos<br />

que «han herido profundamente a la institución y al país entero» y «despertado al león». 502 La serie de asesinatos<br />

selectivos, sin embargo, no terminaría ahí. El día 14 de octubre cobraría una nueva víctima: el almirante Gerónimo<br />

Cafferatta Marazzi, que hasta hace poco había sido Comandante General de la Marina (Cassareto 1994: 14).<br />

Obligado por el embate de los crímenes y atentados <strong>del</strong> PCP-SL, Alan García impuso el estado de emergencia<br />

en Lima y suspendió las garantías constitucionales en su propio centro de gobierno. A ello sumó el<br />

establecimiento <strong>del</strong> toque de queda en la capital, medida que impactó fuertemente en el ánimo de la población.<br />

A inicios de 1986, renunciaron la mayoría de los integrantes de la Comisión de Paz, porque no hallaron<br />

en el gobierno ni en los militares el apoyo imprescindible para cumplir su misión.<br />

En medio de esta notoria indefinición, el gobierno de Alan García empezó a desarrollar desde los primeros<br />

meses una política de seguridad interior. Consistió, por un lado, en adquirir el control civil sobre las Fuerzas<br />

Armadas y Fuerzas Policiales y, por otro, en hacer esfuerzos de mediación <strong>del</strong> conflicto e impulsar el desarrollo<br />

agrario de las regiones andinas más pobres. Ya hemos mencionado las dificultades que enfrentaron la<br />

mediación, encargada a la Comisión de Paz, y la política agraria, apoyada en los Rimanacuy y el crédito agrario.<br />

El control civil debía alcanzarse mediante tres recursos: 1) la unificación de los institutos policiales en la<br />

Policía Nacional <strong>del</strong> Perú y su fortalecimiento; 2) la unificación de los ministerios militares en un Ministerio<br />

de Defensa; y 3) el aseguramiento de la lealtad de los militares al Gobierno mediante una política de ascensos<br />

y de comunicación <strong>del</strong> Presidente con las Fuerzas Armadas. Nos detendremos un poco en estos puntos.<br />

502 La República, El Nacional, La Crónica, 7 de mayo de 1986.<br />

TOMO II PÁGINA 187

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