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Volumen VI – Psicopatología de la vida cotidiana (1901

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to, presentó un segundo en<strong>la</strong>ce <strong>de</strong> contenido, pues entre <strong>la</strong>s<br />

razones <strong>de</strong>l distanciamiento con <strong>la</strong> familia moradora <strong>de</strong> aque<br />

Ha casa el dinero había <strong>de</strong>sempeñado un papel.*<br />

3. La empresa B. & R. me encarga que haga una visita<br />

médica a uno <strong>de</strong> sus empleados. En camino a ese domicilio,<br />

me ocupa <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bo <strong>de</strong> haber estado ya repetidas<br />

veces en el edificio don<strong>de</strong> se encuentra <strong>la</strong> firma. Me parece<br />

como si hubiera l<strong>la</strong>mado mi atención su rótulo en un piso<br />

bajo mientras yo visitaba a un paciente en un piso superior.<br />

Pero no puedo acordarme <strong>de</strong>l edificio ni <strong>de</strong>l paciente que<br />

ahí habría visitado. Aun siendo todo el asunto indiferente y<br />

nimio, sigo ocupándome <strong>de</strong> él y, al fin, por el ro<strong>de</strong>e habitual<br />

—o sea, reuniendo mis ocurrencias sobre esto—, me<br />

entero <strong>de</strong> que en el piso superior al local <strong>de</strong> <strong>la</strong> firma B. & R.<br />

está <strong>la</strong> pensión Fischer, en <strong>la</strong> que muchas veces he visitado<br />

pacientes. Ahora también conozco el edificio que alberga a<br />

<strong>la</strong> oficina y a <strong>la</strong> pensión. Aún me resulta enigmático el motivo<br />

que estuvo en juego en ese olvido. No hallo nada chocante<br />

para el recuerdo en <strong>la</strong> firma como tal, ni en <strong>la</strong> pensión<br />

Fischer, ni en los pacientes que ahí residieron. Conjeturo,<br />

entonces, que no pue<strong>de</strong> tratarse <strong>de</strong> algo muy penoso; <strong>de</strong> lo<br />

contrario, difícilmente habría conseguido reapo<strong>de</strong>rarme <strong>de</strong><br />

lo ol<strong>vida</strong>do por un ro<strong>de</strong>o, sin recurrir a auxilios exteriores<br />

como en el ejemplo anterior. Al fin se me ocurre que un<br />

momento antes, al ponerme en camino hacia <strong>la</strong> casa <strong>de</strong>l<br />

nuevo paciente, saludé por <strong>la</strong> calle a un señor a quien me<br />

dio trabajo reconocer. Meses atrás había examinado a este<br />

hombre en un estado que parecía grave, y sentencié sobre su<br />

caso el diagnóstico <strong>de</strong> parálisis progresiva. Pero luego supe<br />

que se había restablecido, <strong>de</strong> suerte que mi juicio habría<br />

sido incorrecto. ¡Siempre que no fuera una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s remisiones<br />

que se presentan también en casos <strong>de</strong> <strong>de</strong>mentia paralytica,<br />

y así mi diagnóstico seguiría estando justificado! De aquel<br />

encuentro partió el influjo que me hizo ol<strong>vida</strong>r <strong>la</strong> vecindad<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s oficinas <strong>de</strong> B. & R., y mi interés en hal<strong>la</strong>r <strong>la</strong> solución<br />

<strong>de</strong> lo ol<strong>vida</strong>do se había trasferido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este caso <strong>de</strong> cuestionable<br />

diagnóstico. Ahora bien, el en<strong>la</strong>ce asociativo, no<br />

obstante el pobre nexo interno —<strong>la</strong> persona que se curó<br />

contra toda expectativa era también empleado <strong>de</strong> una gran<br />

firma que solía enviarme pacientes—, fue procurado por <strong>la</strong><br />

i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> los apellidos. El médico junto con el cual había<br />

examinado al dudoso paralítico se l<strong>la</strong>maba Fischer, como <strong>la</strong><br />

pensión afectada por el olvido, situada en el mismo edificio.<br />

« [En <strong>1901</strong>, 1904 y 1907: «un gran papel».]<br />

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