Volumen VI – Psicopatología de la vida cotidiana (1901
Volumen VI – Psicopatología de la vida cotidiana (1901
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mandamiento <strong>de</strong> abstinencia dictado por su mujer, se afeita<br />
por <strong>la</strong> mañana en el dormitorio común, y para ello se vale<br />
—como ya lo había hecho muchas veces por comodidad—<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> brocha <strong>de</strong> empolvar que ha tomado <strong>de</strong>l cofrecillo <strong>de</strong><br />
noche <strong>de</strong> su esposa cuando el<strong>la</strong> dormía. La dama, extremadamente<br />
cuidadosa <strong>de</strong> su tez, ya se lo había reprochado en<br />
varias oportunida<strong>de</strong>s, y por eso le espeta ahora, con enojo:<br />
"¡Ya vuelves a empolvarais con tu brocha!". Advertida <strong>de</strong><br />
su <strong>de</strong>sliz por <strong>la</strong> risa <strong>de</strong>l marido (quiso <strong>de</strong>cir: "¡Ya vuelves a<br />
empolvar/e con mi brocha!"), termina por echar a reír también,<br />
divertida ("empolvar", "echar polvos", es una expresión<br />
vienesa corriente para "poseer sexualmente"; y no<br />
ofrece muchas dudas el carácter <strong>de</strong> símbolo fálico <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
brocha)».<br />
34.^" También en el caso que sigue (informado por A. J.<br />
Storfer) se podría pensar en un propósito <strong>de</strong> chiste:<br />
La señora B., quien pa<strong>de</strong>ce una afección <strong>de</strong> evi<strong>de</strong>nte origen<br />
psicógeno, ha sido instada repetidas veces a consultar<br />
al psicoanalista X., y siempre lo ha <strong>de</strong>sautorizado seña<strong>la</strong>ndo<br />
que un tratamiento así nunca anda a <strong>de</strong>rechas, pues el médico<br />
lo reduciría todo falsamente a cosas sexuales. Pero al<br />
fin acaba por seguir el consejo, y pregunta: «Y bien, ¿cuándo<br />
ordindrt* pues, ese doctor X.?».<br />
El parentesco entre chiste y trastrabarse es testimoniado<br />
también por el hecho <strong>de</strong> que este suele no consistir más que<br />
en una abreviación:<br />
35."*^ Terminados sus estudios secundarios, una muchacha<br />
cedió a <strong>la</strong>s corrientes que dominaban en ese tiempo y se<br />
anotó en <strong>la</strong> facultad <strong>de</strong> medicina. Pocos semestres <strong>de</strong>spués<br />
había cambiado <strong>la</strong> medicina por <strong>la</strong> química. Pasados unos<br />
años, cuenta con <strong>la</strong>s siguientes pa<strong>la</strong>bras <strong>la</strong>s razones <strong>de</strong> aquel<br />
viraje: «Las disecciones en general no me horrorizaban, pero<br />
cierta vez tuve que sacar <strong>la</strong>s uñas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano a un cadáver<br />
y perdí el gusto por toda <strong>la</strong>. . . química».<br />
36.*^ Inserto aquí otro caso <strong>de</strong> trastrabarse, cuya interpretación<br />
no exige un arte consumado. «El profesor <strong>de</strong> ana-<br />
*o [Agregado en 1924.]<br />
* {Quiso <strong>de</strong>cir «ordiniert» (<strong>de</strong> «ordiniereH», «aten<strong>de</strong>r»); «ordindrl»<br />
es una pa<strong>la</strong>bra inexistente, aunque «órdinar» es «ordinario»,<br />
«vulgar», «grosero».}<br />
*i [Agregado en 1920.]<br />
"'- [Agregado en 1912, igual que el ejemplo 37; Freud los citó en<br />
sus Conferencias <strong>de</strong> introducción (1916-17), AE, 15, págs. 37 y 55.]<br />
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