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Volumen VI – Psicopatología de la vida cotidiana (1901

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<strong>la</strong> autoaniqui<strong>la</strong>ción está presente con cierta intensidad en un<br />

número <strong>de</strong> seres humanos mayor que el <strong>de</strong> aquellos en que<br />

se abre paso. Las lesiones infligidas a sí mismo son, por reg<strong>la</strong><br />

general, un compromiso entre esa pulsión y <strong>la</strong>s fuerzas<br />

que todavía se le contraponen, y aun en los casos en que realmente<br />

se llega al suicidio, <strong>la</strong> inclinación a ello estuvo presente<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> mucho tiempo antes con menor intensidad, o<br />

bien como una ten<strong>de</strong>ncia inconciente y sofocada.<br />

También el propósito conciente <strong>de</strong> suicidio escoge su<br />

tiempo, sus medios y su oportunidad; y está en total armonía<br />

con ello que el propósito inconciente aguar<strong>de</strong> una ocasión<br />

que pueda tomar sobre sí una parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> causación j,<br />

al rec<strong>la</strong>mar <strong>la</strong>s fuerzas <strong>de</strong>fensivas <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona, libere a<br />

aquel propósito <strong>de</strong> <strong>la</strong> presión <strong>de</strong> estas.^^ En modo alguno<br />

son ociosas estas consi<strong>de</strong>raciones que presento; he tenido<br />

noticia <strong>de</strong> más <strong>de</strong> un caso en que una <strong>de</strong>sgracia fatal (producida<br />

andando a caballo o en carruaje), en apariencia <strong>de</strong>bida<br />

al azar, justifica, por <strong>la</strong>s circunstancias <strong>de</strong> que estuvo<br />

ro<strong>de</strong>ada, <strong>la</strong> sospecha <strong>de</strong> que fue un suicidio tolerado inconcientemente.<br />

Por ejemplo, durante un concurso hípico entre<br />

oficiales, uno <strong>de</strong> ellos cae <strong>de</strong>l caballo y sus lesiones resultan<br />

tan graves que fallece unos días <strong>de</strong>spués. Su comportamiento<br />

al volver en sí es en muchos aspectos l<strong>la</strong>mativo. Y todavía<br />

más singu<strong>la</strong>r fue su conducta anterior. Había caído en<br />

profunda <strong>de</strong>sazón por <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> su querida madre, le<br />

sobrevenían crisis <strong>de</strong> l<strong>la</strong>nto estando en compañía <strong>de</strong> sus camaradas,<br />

y a sus amigos íntimos les manifestó sentir hastío<br />

por <strong>la</strong> <strong>vida</strong>. Quiso abandonar el servicio para participar en<br />

una guerra en Africa, que sin embargo no lo atraía.^^ Había<br />

32 El caso no es diferente, en <strong>de</strong>finitiva, al <strong>de</strong>l atentado sexual<br />

cometido contra una mujer, en que el ataque <strong>de</strong>l varón no pue<strong>de</strong> ser<br />

rechazado con toda <strong>la</strong> fuerza muscu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> esta porque es solicitado,<br />

propiciándolo, por una parte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mociones inconcientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> atacada.<br />

Se suele <strong>de</strong>cir que una situación así paraliza <strong>la</strong>s fuerzas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

mujer; sólo es preciso agregar <strong>la</strong>s razones <strong>de</strong> esa paralización. En este<br />

sentido, es psicológicamente injusta <strong>la</strong> ingeniosa sentencia <strong>de</strong> Sancho<br />

Panza cuando era gobernador <strong>de</strong> su ínsu<strong>la</strong> (Don Quijote, segunda<br />

parte, capítulo XLV). Una mujer arrastra ante el juez a un hombre<br />

que, según el<strong>la</strong> dice, le robó <strong>la</strong> honra violándo<strong>la</strong>. Sancho <strong>la</strong> resarce<br />

con <strong>la</strong> bolsa repleta <strong>de</strong> monedas que quita al acusado y, cuando <strong>la</strong><br />

mujer se ha retirado, da permiso a este para correr tras el<strong>la</strong> y recuperar<br />

su bolsa. Vuelven ambos trenzados en riña, y <strong>la</strong> mujer se ufana <strong>de</strong> que<br />

el malvado no ha sido capaz <strong>de</strong> apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> <strong>la</strong> bolsa. Sobre eso dice<br />

Sancho: «Si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

esta bolsa lo mostrarais, y aun <strong>la</strong> mitad menos, para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

vuestro cuerpo, <strong>la</strong>s fuerzas <strong>de</strong> Hércules no os hicieran falta».<br />

33 Es evi<strong>de</strong>nte que <strong>la</strong> situación en el campo <strong>de</strong> batal<strong>la</strong> es solicitante<br />

para un propósito <strong>de</strong> suicidio conciente que, empero, rehuye el cami-<br />

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