Volumen VI – Psicopatología de la vida cotidiana (1901
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«Después <strong>de</strong> un rato el con<strong>de</strong> llegó realmente y se acercó<br />
a Esther con calma, como si <strong>la</strong> hubiera convocado para un<br />
encuentro.<br />
»—¿Has esperado mucho? —preguntó con voz apagada.<br />
»—Seis meses, como tú sabes —respondió Esther—. Pero,<br />
¿me has visto hoy?<br />
»—Sí, hace un momento, en el tranvía; y te miré a los<br />
ojos, <strong>de</strong> suerte que creía hab<strong>la</strong>r contigo.<br />
»—Muchas cosas han "sucedido" <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> última vez.<br />
»—Sí, y yo creí que todo había terminado entre nosotros.<br />
»—¿Cómo es eso?<br />
»—Todos los pequeños regalos que tenía <strong>de</strong> ti se hicieron<br />
pedazos, y <strong>de</strong> misteriosa manera. Y esta es una antigua advertencia.<br />
»—¡Qué me dices! Ahora recuerdo una multitud <strong>de</strong> sucedidos<br />
que juzgué casuales. Cierta vez mi abue<strong>la</strong>, cuando<br />
éramos buenas amigas, me regaló unos quevedos. Eran <strong>de</strong><br />
cristal <strong>de</strong> roca pulido, excelentes para <strong>la</strong>s autopsias, una<br />
verda<strong>de</strong>ra maravil<strong>la</strong> que yo guardaba con todo cuidado.^"<br />
Cierto día rompí con <strong>la</strong> anciana, y el<strong>la</strong> me cobró inquina. Y<br />
entonces, en <strong>la</strong> autopsia siguiente, sucedió que los lentes se<br />
cayeran sin causa. Creí que simplemente se habían partido;<br />
los envié a reparar. Y no; siguieron rehusándome su servicio:<br />
fueron puestos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un cajón y se han perdido.<br />
»—¡Qué me dices! Es curioso que lo atinente a los ojos<br />
sea lo más sensible. Tenía unos prismáticos que me regaló<br />
un amigo; tanto se a<strong>de</strong>cuaban a mis ojos, que usarlos era<br />
un goce para mí. Este amigo y yo nos enemistamos. Tú sabes,<br />
eso pasa sin causa visible; a uno le parece como si no<br />
estuviera <strong>de</strong> acuerdo consigo mismo. La vez siguiente que<br />
quise usar esos prismáticos <strong>de</strong> ópera no pu<strong>de</strong> ver c<strong>la</strong>ro. El<br />
vastago era <strong>de</strong>masiado corto y yo veía dos imágenes. No<br />
necesito <strong>de</strong>cirte que ni se había acortado el vastago, ni <strong>la</strong><br />
distancia entre mis ojos había aumentado. He ahí un mi<strong>la</strong>gro<br />
que suce<strong>de</strong> todos los días, y que el mal observador no advierte.<br />
¿La explicación? La fuerza psíquica <strong>de</strong>l odio es mucho<br />
mayor <strong>de</strong> lo que creemos. — Por otra parte, el anillo<br />
que me rega<strong>la</strong>ste ha perdido <strong>la</strong> piedra y no se <strong>de</strong>ja reparar,<br />
él no se <strong>de</strong>ja. ¿Quieres ahora separarte <strong>de</strong> mí?. . .».^^<br />
También en el campo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s acciones sintomáticas ^* <strong>de</strong>be<br />
<strong>la</strong> observación analítica ce<strong>de</strong>r <strong>la</strong> prioridad a los poetas. No<br />
** [En <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> <strong>de</strong> Sttindberg, Esther Borg es médica.]<br />
3f Die gotischen Zimmer {Las habitaciones góticas}, págs. 258-9<br />
{<strong>de</strong> <strong>la</strong> traducción al alemán}.<br />
38 [Este párrafo y <strong>la</strong> cita <strong>de</strong> Sterne fueron agregados en 1920.]<br />
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