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Volumen VI – Psicopatología de la vida cotidiana (1901

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olvido reduce el distingo entre un comportamiento y el otro<br />

[<strong>la</strong> <strong>de</strong>smentida y el olvido] a ciertas conste<strong>la</strong>ciones puramente<br />

psicológicas, y nos permite ver en ambos modos <strong>de</strong><br />

reacción <strong>la</strong> expresión <strong>de</strong>l mismo motivo. Entre los numerosos<br />

ejemplos <strong>de</strong> <strong>de</strong>smentida <strong>de</strong> recuerdos ingratos que he<br />

visto entre los parientes <strong>de</strong> enfermos, mi memoria ha guardado<br />

uno como particu<strong>la</strong>rmente raro. Una madre me informaba<br />

sobre <strong>la</strong> infancia <strong>de</strong> su hijo neurótico, ahora púber, y<br />

me refirió que él, como todos sus hermanos, se había orinado<br />

en <strong>la</strong> cama hasta gran<strong>de</strong>cito, lo cual en verdad no carece<br />

<strong>de</strong> peso para ua historial clínico neurótico. Algunas semanas<br />

más tar<strong>de</strong>, cuando el<strong>la</strong> quiso anoticiarse <strong>de</strong>l estado <strong>de</strong>l tratamiento,<br />

tuve ocasión <strong>de</strong> seña<strong>la</strong>rle los signos <strong>de</strong> una disposición<br />

patológica constitucional en el joven, y entre ellos<br />

invoqué el rasgo <strong>de</strong> mojarse en <strong>la</strong> cama, que <strong>la</strong> anamnesis<br />

había puesto <strong>de</strong> relieve. Para mi asombro, el<strong>la</strong> puso en te<strong>la</strong><br />

<strong>de</strong> juicio el hecho tanto para ese hijo como para los <strong>de</strong>más,<br />

preguntándome <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> podía yo saberlo, hasta que al fin<br />

tuvo que oír <strong>de</strong> mí que el<strong>la</strong> misma me lo había referido<br />

poco tiempo antes, y por en<strong>de</strong> lo había ol<strong>vida</strong>do.^"<br />

También en personas sanas, no neuróticas, hal<strong>la</strong>mos abundantes<br />

indicios <strong>de</strong> que una fuerte resistencia se contrapone<br />

al recuerdo <strong>de</strong> impresiones penosas, a <strong>la</strong> representación <strong>de</strong><br />

pensamientos penosos.^* Pero el cabal significado <strong>de</strong> este<br />

22 Por <strong>la</strong> época en que yo redactaba estas páginas, me sucedió el<br />

siguiente caso <strong>de</strong> olvido, apenas creíble: El 1° <strong>de</strong> enero reviso mi<br />

agenda <strong>de</strong> consultas a fin <strong>de</strong> enviar mis <strong>de</strong>mandas <strong>de</strong> honorarios, y<br />

hete ahí que para junio me topo con el nombre «M.. .1», y no puedo<br />

acordarme <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona a quien pertenecía. Mi asombro crece cuando<br />

sigo hojeando y me entero <strong>de</strong> que traté el caso en un sanatorio, con<br />

visitas diarias durante varias semanas. El médico difícilmente olvi<strong>de</strong>,<br />

trascurridos apenas seis meses, a un enfermo <strong>de</strong> quien se ocupó en<br />

esas condiciones. «¿Habrá sido un hombre —me pregunté—, un<br />

paralítico, un caso sin interés?». Al fin, <strong>la</strong> anotación sobre los honorarios<br />

recibidos me <strong>de</strong>volvió <strong>la</strong> noticia sobre todo cuanto quería sustraerse<br />

<strong>de</strong>l recuerdo. «M...1» había sido una muchacha <strong>de</strong> catorce<br />

años, el caso más singu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> mis últimos años, que me <strong>de</strong>jó una enseñanza<br />

que yo difícilmente olvi<strong>de</strong>, y cuyo <strong>de</strong>sen<strong>la</strong>ce me <strong>de</strong>paró <strong>la</strong>s<br />

horas más penosas. La niña estaba aquejada <strong>de</strong> una inequívoca histeria,<br />

que en mis manos experimentó una rápida y radical mejoría. Tras<br />

esta última, los padres me <strong>la</strong> quitaron; aún se quejaba <strong>de</strong> unos dolores<br />

abdominales, a los que correspondía el papel principal en el cuadro<br />

<strong>de</strong> síntomas histéricos. Dos meses <strong>de</strong>spués, moría <strong>de</strong> sarcoma en <strong>la</strong>s<br />

glándu<strong>la</strong>s abdominales. La histeria, a <strong>la</strong> cual <strong>la</strong> niña tenía una predisposición<br />

suplementaria, había tomado <strong>la</strong> formación tumoral como<br />

causa provocadora, y yo, cautivado por <strong>la</strong>s ruidosas pero inofensivas<br />

manifestaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> histeria, quizá <strong>de</strong>scuidé los primeros síntomas <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> subrepticia e incurable enfermedad.<br />

23 [Nota agregada en 1910:] A. Pick (1905) ha compi<strong>la</strong>do recientemente<br />

una serie <strong>de</strong> citas <strong>de</strong> autores que aprecian el influjo <strong>de</strong> fac-<br />

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