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128 IVANHOE.que acometido por una multitud de perros, no sabe á cual de ellosdirigirlos primeros ímpetus de su venganza. Al fin habló , aunquecon voz ahogada por la cólera ; y dirigiéndose al Príncipe,como primer autor de las ofensas que habia recibido : «Cualesquieraque hayan sido , dijo , las locuras y vicios de nuestra raza, an -tes hubiera consentido un sajón en ser hollado como el bicho masinmundo, que sufrir en su sala, y mientras se bebe el vino de susbodegas , los insultos con que se me ha tratado en vuestra presencia;y sea cual fuere la desgracia de nuestros padres de Hastings,debieran guardar silencio á lo menos los que hace poco y mas deuna vez han perdido silla y estribo ante la lanza de un caballerosajón. Dijo estas últimas palabras mirando á frente-de-buey y alTemplario.«Bien dicho , \ á tiempo , dijo el príncipe Juan. ¿Qué os parece.Milores? Nuestros subditos sajones hacen grandes adelantos en ingenioy sutileza. Se les van aguzando las entendederas, y se vanponiendo mas duros que los tiempos que corren . que no es pocodecir. Voto á tantos, que será preciso embarcarnos, y volver cuantoantes áNormandía.—¿ Por miedo de los sajones ? dijo Bracy. lina lanzado moniebasta para esos jabalíes.— Basta, de chanzas . caballeros , dijo leitzurse , y bueno lucraque V. A. asegurase al noble Cedric que en estos dichos inocentes,que quizás sonarán mal en sus oídos , no ha habido la menor intenciónde ofenderle ni insultarle.— ¡ Insultarle i dijo el príncipe .luán volviéndose á su primeraurbanidad ; no creo que nadie me juzgue capaz de permitir que seinsulte á tan digno huésped en mi presencia : y en prueba de ello,bebamos á su salud , puesto que se niega á brindar por la de sohijo. »La copa dio la vuelta, en medio de los aplausos con que los caballerosnormandos querían ahogar la memoria de las imprudenciasque habían cometido : mas no produjeron el efecto que pensaban, pues aunque Cedric no era sobradamente despejado , ni loscumplimientos ni las lisonjas podian borrar de su memoria las injuriasque se les habian hecho. El Príncipe brindó en seguida á lasalud de sir Athelstane de Coningsburgh ; y Cedric bebió, guardandoprofundo silencio. Athelstane respondió á aquella cortesíahaciendo una reverencia y bebiendo una copa llena.

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