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396 IVANHOE.clamó: «Perro sajón, tómala lanza , y prepárate á la muerte quete has acarread».—Gran Maestre, preguntó Ivanhoe, ¿ me concedéis el campo ?—No puedo negarlo, dijo Lúeas de Beaumanoir , con tal de quela acusada te acepte por campeón. Duéleme, sin embargo, que vengasá este combate con tan mala salud, y con tan pocas fuerzas.Siempre has sido enemigo de nuestra urden ; mas DO quisiera quepelearas con desventaja.—Así he de pelear, dijo Ivanhoe , y no de otro modo. Este es eljuicio de Dios. A su santa guardia me encomiendo. Rebeca , dijodespués de haberse aproximado á la judía, ¿me aceptas por tucampeón ?—Te acepto , dijo con una turbación que el miedo de la muerteno le había ocasionado. Te acepto por el campeón que los cielos mehan enviado. Pero no : tus heridas están abiertas ; no te espongasal furor de ese malvado. ¿ Has de perecer tú también ?»Ivanhoe no oyó estas últimas palabras, porque ya estaba en supuesto, visera calada, y lanza én ristre. Brian de Bois-Guilherthizo lo mismo; y su escudero observó , al tiempo de darle el escudo,que su rostro, aunque se hahia mantenido pálido como el de uncadáver durante todas las agitaciones del dia, se encendió estraordinariamenteen aquel momento crítico.El heraldo entonces, viendo á los dos combatientes en sus puestosrespectivos, pronunció tres veces en alta voz : Faitea votre devoir,prcwx chevaliers (1). Después del tercer grito, se acercó á las barrerasy pregonó que ninguno se atreviese, so pena de la vida, á interrumpirel combate de obra ni palabra. El gran Maestre, que teniaen sos manos el guante de Eebeca, prenda del desafio, lo arrojóal campo de batalla, y pronunció las fatales palabras : Lalssezaller (2).Sonaron las trompetas, y los dos adalides partieron uno contraotro á carrera tendida. El caballo de Ivanhoe y su ginete cayeronal suelo, como todos temían, ante la formidable lanza y el vigorosotrotero del templario: pero aunque la lanza del primero no hizomas que tocar el broquel del segundo, Bois-Guilhert, con asombrogeneral de los concurrentes, después de haber titubeado en la silla,perdió los estribos y cayó del caballo.(1¡ Cumplid con vuestra oblig-acion. valientes caballeros.2) Dejadlos ir.

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