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CAPÍTULO XLI1. 377algunos sacerdotes del templo de Woden (1), reciensalidos de sussepulcros para deplorar la pérdida de su gloria nacional.Cedric, aunque sentado sin distinción enmedio de sus compañeros,parecía ejercer, por consentimiento de ellos, las veces de presidentede aquella reunión. Levantóse con ademan majestuosocuando vio entrar á Ricardo, á quien solo conocia por el título decaballero del Candado, y le saludó con la fórmula ordinaria Waes//fiel, alzando al mismo tiempo una copa basta la frente. El Rey.que no desconocía las costumbres de sus vasallos, devolvió el saludocon las palabras de estilo, Drim Me!, y bebió de la copa que lepresentó el coporo. La misma formalidad se usó con ivanhoe, elcoa' respondió con una cortesía, temeroso de que le descubriese elsonido de su voz.Terminada esta ceremonia, de introducción, Cedric se separó desus compañeros, presentó la mano á Ricardo, y le condujo á unapequeña capilla, labradaá pico en uno de los esperontes rpie rodeabanesteriormente la cúpula. Una estrechísima claraboya era lafin lea abertura que se notaba en la pared; mas ;í la rojiza y opacalez de dos cirios, se distinguían la techumbre embovedada, los muros desnudos, y un tosco altar de piedra, con un crucifijo de b>mismo.i leíante del altar estaba colocado el ataúd, entre dos frailes arrodillados,que rezaban en voz baja con aspecto devoto y compungído. La madre del difunto pagaba una buena propina al conventode san Edmundo por la asistencia de estos religiosos; y á ñu de darmayor esplendor á la ceremonia, la comunidad entera sehabia trasladadoá Coningsburgh. Seis sacerdotes estaban constantementede guardia en la capilla. Ponían todo su empeño en no interrumpirun solo instante sus devotas oraciones; también cuidaban deque ningún lego tocase al paño de tumba que había servido enigual ocasión al bendito san EdmundoI¡ ¡cardo y Wilfrido entraron en la capilla mortuoria conducidospor Cedric, el cual les señaló, con gesto grave y melancólico elataúd de su amigo.Los tres se santiguaron devotamente, y dijeronuna breve oración por el reposo de su alma.Concluido este acto de piadosa caridad. Cedric hizo seña á su*huéspedes que le siguiesen; salió, con pasos silenciosos, de la capilla,y después de subir algunos escalones, abrió con gran precauIDivinid ad fabulosa de los sajones.

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