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;2 1VVNH0E.—Asi es, respondió el Prior. Y ahora permitidnos, noble Cedrie,beber el último brindis á la salud de lady Kowena, y nos retiraremosá descansar.•—Por las barbas de todos los reyes sajones, respondió Cedric,que no podéis habéroslas conmigo. Pero á fe mia que en mi tiempoun sajón de doce años no hubiera dejado tan proido la partida.»El Prior tenia buenas ra/.ones para llevar adelante el sistema desobriedad á que le obligaban su profesión y su carácter. No solohacia alarde de mediar en todas las disputas y rencillas, sino querealmente las odiaba. En la ocasión presente tenia ciertos recelosfundados en la índole irritable del Bajón, y en el orgullo y presunciónde que el Templario había dado tantas pruebas, y temía queacabase la noche con algún disgusto. Así que, insistió eortesmenteen su resolución, manifestando cuan arduo negocio era disputárselascon un sajón en una contienda de mesa, añadiendo algunas,aunque ligeras insinuaciones acerca do ia dignidad de su carácter,y terminando su discurso con pedir de nuevo el permiso de retirarse.Sirvióse pue,- ia copa de despedida, y ios huéspedes, después dehacer las debidas reverencias á Cedrie y á lady llovcna, se alzaronde sus sitios y se pusieron en movimiento, mientras los amos decasa se retiraron á sus cuartos por puertas separadas.«Perro judío, dijo el caballero Templario á Isaac; de York al pasarpor su lado, ¿vas tú también á Ashby-de-la-Zouche?—Tengo esa intención, respondió el judío con humilde acatamiento,si no lo lleva á mal vuesa señoría.—A sacar las entrañas á los nobles ron tus usuras, dijo Brian, y ásaquear las bolsas de los pobres con fruslerías. Apuesto á que llevasel saco lleno de alhajas.—Ni una joya, respondió Isaac c; uzándose de brazos, ni una solamoneda de plata ni de cobre, asi me dé su bendición el Idos deAbraham. Yoy á pedir socorro á los hermanos de mi tribu, á liode poder pagar las nuevas contribuciones que se han echado á lospobres hebreos. ¡El padre Jacob me ayude! Soy un pobre miserable,y hasta la gabardina que llevo á cuestas me ha prestado Buhen.—Eres un malandrín embustero.» dijo el Templario con amarga,sonrisa, y se separó del hebreo como si se desdeñara de seguir laconversación, y volviéndose á s\ s esclavos sarracenos, les habló enidioma estraño. El pobre israelita quedó tan asustado de las pala-

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