11.07.2015 Views

Untitled

Untitled

Untitled

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CAPÍTULO xxxvn. 325Tal y tan rigurosa seria la suerte de uu caballero Templariosi hubiera infringido nuestra regla en materias de tanta gravedadTero cuando por medio de encantos y hechizos Satanás ha conseguidodominarle y oprimirle, quizás por haber mirado con criminal ligereza los ojos de una mujer, lo juzgamos mas digno de compasión que de castigo; y reservándonos la imposición de la penitencia,que baste á purificarlo de su culpa, debemos dirigir el filode la espada contra el maldito instrumento de tan infernal operación.Preséntense los testigos de la causa, y depongan de los hechos que han presenciado, á fin de que podamos pronunciar sentencia, según los méritos del proceso.»En seguida fueron llamados los testigos para probar los riesgosque Brian habia corrido, en el incendio y la toma del castillo, porlibertar á Rebeca de los tiros y de las llamas: las declaracionesfueron tan exageradas como debía esperarse de unos hombres g-roseros é ignorantes, en quienes hace grande impresión todo lo estraordinario,y cuya vanidad se bailaba al mismo tiempo lisongeada por la satisfacción que daban sus dichos al personaje principalde aquel solemne acto. Pintaron como portentosos losesfuerzos del caballero Templario en aquel crítico lance; su celo er¡defensa déla judía, como digno do los héroes de los tiempos antiguos;su sumisión á todo lo que olla decía, como absolutamenteinesplicable en un sugeto de tan elevado carácter y de tan altivaíndole.Después fué examinado el preceptor de Templcstow e acerca de iaentrada de Brian en el preceptorio. Alberto de Malvoisin procuré'astutamente justificar á su amigo, ocultando todas las circunstanciasque podrían hacer mas odioso su delito; pero en su declaraciónse echaba de ver que atribuía la fogosa pasión de Bois-Guilbert áun estravío mental, que solo podía proceder de causa sobrenaturaly diabólica. Lanzó profundos suspiros, y se dio de golpes en lospechos al confesar que habia tenido la ilaquezade admitir á la judíaen los muros del preceptorio. «Sírvame de defensa lo que lmdicho anteriormente al muy reverendo gran Maestre. El sabe qiuaunquemi conducta fué irregular, mis motivos fueron justos \loables. Con la mayor alegría me someteré á la penitencia que sodigne imponerme.Bien has dicho, respondió el gran Maestre. Tu intención fuebuena, puesto que solo aspirabas á detener ¡i tu hermano en el bor

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!