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CAPÍTULO VI. 53mentaban muchas veces sus riesgos personales ; pero en otras ocasionesles aseguraban cierto influjo y protección. Tal era la sitúacion de los judíos entonces : su carácter se habia amoldado á lascircunstancias, y eran por consiguiente cautelosos , suspicaces,tímidos, obstinados además, egoístas , y sumamente, diestros enevitar los peligros á que continuamente estaban espuestos.E! peregrino rompió el silencio después de haber andado largotrecho á paso levantado y por sendas estraviadas y difíciles.«Aquella encina vieja, dijo, es el término de las tierras de Frente-de-buey; y ya hace mucho tiempo que estamos lejos de las deMalvoisin. Ya no tienes nada que temer—; (>jalá , dijo Isaac , se rompan las ruedas de sus carros comolos de Faraón , para que no puedan alcanzarme! Pero no te separesde mí, buen peregrino. Acuérdate de aquel altivo Templario jde sus dos esclavos sarracenos : gentes son estas que no respetanni término ni jurisdicción.— Sin embargo , respondió el peregrino, aquí es donde cadauno debe tomar por su lado ; porque hombres como tú y como yono deben caminar juntos sino cuando no puede ser de otro modo.Además, ¿ qué socorro puede darte un pacífico peregrino contrados paganos armados ?— ¡ Oh buen joven ! repuso el judío , yo sé que tú puedes defendermesi quieres. Aunque soy pobre , no dejaré de manifestartemi agradecimiento : no con dinero , porque así no me falte la protecciónde Abraham , como es cierto que estoy sin un maravedí;pero— Va te be dicho, replicó el peregrino interrumpiéndole, queno tienes para qué hablarme de dinero ni de recompensa. Puedoservirte de conductor, y quizás de defensa; puesto que no esacción tan indigna de un cristiano defender aun judio contra dosmusulmanes. Por tanto , israelita, cuenta conmigo hasta que encontremosescolta, segura que te acompañe. No estamos ya muylejos de la ciudad de Sheííield donde no te será difícil hallar algunode tu tribu que te ampare y socorra.La bendición do Jacob sea contigo , esclamó el hebreo. En SheíTieidestá mi pariente Zareth , que podrá asistirme , y proporcionarmemedios de continuar con seguridad mi jornada.— Que me place, respondió el peregrino: vamos pues á Sheííield,y dentro de media hora estaremos á vista de sus muros.);

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