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¿313 tVANHOB.habia dado la salud del cuerpo, y el buen hombre quería servir deinstrumento para salvarla.«Mi vecino Buthan, decia, me prestará su yegua, y estaré en\ orlt en menos que canta un pollo.»Mas no tuvo necesidad de ir tan lejos porque á un cuarto de midadel preceptorio de Templestowe encontró dos hombres á caballo,¡>m conoció ser de la nación hebrea, por su trage y por sus gorrasamarillas. Se acercó á ellos , y distinguió á su amo antiguo Isaacle York. El otro era el rabino Ban Samuel. Los dos se encaminaban«.! preceptorio, por tener ya noticias de que el tiran Maestre habiaonvocado el capítulo para la causa de una judia.—Hermano Ben Samuel, decia Isaac, mi alma está inquieta y no- i por qué. Estas acusaciones de nigromancia sirven para perseguirnosy hacernos odiosos.—Ten ánimo, hermano, le respondió el Rabino : tú tienes con quémmprar el favor de esas gentes. El dinero es el que domeña los ánimosde esos hombres crueles. Pero ¿quién es ese de las muletas quese dirige hacia nosotros? Parece que quiere hablarnos. Amigo, con-'ínuóel físico, hablando con Higg hijo de Snell. No te rehuso los socorrosde mi arte; pero yo no curo á ¡os vagabundos que viven depedir limosna por los caminos. Si estás paralítico de las piernasl por qué no trabajas con las manos? No todos pueden ser pastoresni correos, ni soldados: mil ocupaciones hay que, no necesitan el usole los pies.» El Rabino interrumpió su arenga, viendo que Isaac,después de haber tomado el billete de manos del cojo , y leido deprisa, cayó de la muía abajo, como si le hubiera privado de la vidaun rayo del cielo.El Rabino desmontó con gran inquietud y precipitación: y aplicóá su compañero los remedios que creyó oportunos. Ya habia sacadola lanceta del estuche, y se disponía á ejecutar una obra maestrade flebotomía, cuando Isaac recobró el uso de sus sentidos. Loprimero que hizo fué arrojar la gorra al suelo y cubrirse de polvolas canas. El médico al principio atribuyó aquella acción á la turbaciónocasionada por el desmayo, ó á un ataque repentino de delirio,y continuado en su propósito, disponía lo necesario para laoperación : mas pronto lo desengañó el desventurado viejo.«¡Hija de mi dolor! esclamó; bien podrías llamarte Benonien lugarde Rebeca. ¿Por qué me obliga tu muerte á maldecir la fe demi pueblo? ¿Por .qué no bajo contigo al sepulcro?

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