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154 IVANHOE.santos que habían tenido sangre sajona en sus venas, y todos suscriados imitaban la misma práctica.«En mi entender, dijo el bufón que estaba acostumbrado á ser elpacificador de los disturbios domésticos, Cedric no tuvo intención«le matar áFangs, sino de asustarle. El perro dio un salto en aquelmomento, y recibió el golpe: mas no te dé cuidado,'que yo lo curocon un ochavo de cerote.—Si así fuera , dijo Gurth... ¡ pero no!... vi que apuntaba ;biencon el dardo; le oí silbar por el aire con toda la rabiosa malevolenciadel que lo arrojaba. ¿ No vistes que se mordía los puños de furiacuando el pobre animal echó á correr? Lo que quiso fué dejarlo enel sitio. ¡ Por la vida de mi padre que no vuelvo á obedecerle en mivida!»El indignado porquerizo volvió á guardar silencio, y no fueronparte á sacarlo de él todos los esfuerzos que hizo para ello el bufón.Al mismo tiempo Cedric y Athelstane, que iban á la cabeza dela comitiva, hablaban sobre el estado de los negocios, las disensionesde la Familia Real, los feudos y disputas de los nobles normandos,y la probabilidad de que los sajones pudieran sacudir elyugo que les oprimía, ó recobrar á lo menos su independencia ypoder durante las revueltas civiles que por todas partes amenazaban.Cedric no hablaba nunca de semejantes asuntos sin animarseestraordinariamente. El restablecimiento de la independencia desu Nación era el ídolo de su alma, al cual habia sacrificado voluntariamentesu ventura doméstica y los intereses de su propio hijo.Pero el pueblo conquistado no podia llevar á cabo tan ardua empresasin estar íntimamente unido entre sí y sin obedecer auncaudillo. Era, pues, necesario escogerlo entre los altos personajesque descendían de la Familia Real sajona, y en esta condición estabande acuerdo todos aquellos á quienes Cedric habia confiado.secretamente sus designios y sus esperanzas. Atbelstaue se hallabaen aquel caso, y aunque sus prendas mentales no eran las quetan delicado puesto requería, tenia una bella persona, no carecíade valor, se habia acostumbrado á los ejercicios marciales, y parecíadispuesto á seguir los consejos de hombres mas espertes ysensatos. Sobre todo, gozaba gran reputación de generoso y liberal,y todos le creían hombre de buena índole. A pesar de todasestas circunstancias, tan favorables para constituirle jefe de la noblezasajona, otros muchos de la misma nación preferían los títu-

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