11.07.2015 Views

Untitled

Untitled

Untitled

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CAPÍTULO XLIII. 391sus caballos, y estos salieron inmediatamente de las barreras, conducidospor los pajes que con este objeto los seguían.La desgraciada Rebeca pasó en medio de la guardia á un banquillocubierto de negro , próximo al sitio de la ejecución. Al echaruna ojeada á los horrorosos preparativos de la muerte que le estahadestinada , tan espantosa por los agudos tormentos que debíanacompañarla, se estremeció, cerró los ojos, y el movimiento de suslabios denotó que sus primeros pensamientos en tan amargo trancese dirigían al Padre de las misericordias. Abrió sin embargo losojos después de algunos instantes, miró atentamente á la pira, comopara familiarizarse con su aspecto , y volvió sin afectación lacabeza á otro lado.Entretanto el gran Maestre ocupó su sitio; y cuando todos los individuosde la Orden se acomodaron en los que correspondían á susgrados y dignidades, las trompetas anunciaron la abertura solemnedel juicio. Malvoisin entonces , como padrino del campeón,tomó el guante de la judía, y lo arrojó á los pies del granMaestre.«Valeroso señor y reverendo padre, dijo, aquí está el buen caballeroBrian de Bois-Guilbert, caballero preceptor de la orden delTemple, que al aceptar la prenda do batalla que presento á los piesde vuestra reverencia, se ha obligado á hacer su deber en el combatede este dia , y á mantener que la mujer judía llamada Rebecamerece la sentencia pronunciada contra ella por el capítulo de estasanta orden del Temple, condenándola como á hechicera. Aquí está,vuelvo á decir, el caballero campeón de la Orden , para pelearcomo tal y como hombre de honor, si tal es vuestra noble y santavoluntad.— ¿ Ha hecho juramento, preguntó el gran Maestre, do ser justay honrosa ia causa que defiende ? Traed el cáliz y la patena.—Señor y muy reverendo padre, dijo Malvoisin, nuestro hermanoque está presente ha jurado ya la verdad de su acusación en manosdel buen caballero Conrado de Mont-Fitchet, y no puede celebrarsede otro modo esta formalidad, en vista de que la parte contrariano puede jurar, por ser infiel.»El astuto Alberto había imaginado este subterfugio, por estarconvencido de la gran dificultad, ó por mejor decir, de la imposibilidadabsoluta de reducir á Bois-Guilbert á pronunciar delante deaquel vasto concurso un juramento tan contrario á sus sentimien-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!