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grandioso que el primero, en que se notaban las pilastras esb.lta.:y delicadas, y los primorosos adornos introducidos por los ñormandos en la arquitectura inglesa.P'edric se paseaba por el cuarto, indignado con las re (lección ívque hacia sobre los sucesos pasados y sobre su condición presentemientras la desidia de su compañero le servia en lugar de pacienciay filosofía, para alejar de sí todo lo que podia molestarle: sol>pensaba en las incomodidades personales de su situación, y aunestas le hacían tan poca impresión, que solo desplegaba los labioparadar de cuando en cuando alguna respuesta á las animadas ;••vehementes peroraciones de su amigo.«.Sí, decia Cedrie hablando á veces consigo mismo, y dirigiendootras la palabra al inalterable descendiente de Eduardo; aquíen. esta misma sala fuá donde mi padre asistió al convite que TorquilWoll'ganger dio al valiente y desventurado Harold cuando estemarchaba contra los noruegos que se habían unido al rebeldtTosti. Aquí, en esta misma sala fué donde Harold dio tan magnánimarespuesta á los embajadores de su pérfido hermano- Mil vecesvi á mi padre enardecerse al referir aquel lance. Cuando se dio entradaai enviado de Tosti, los muros de esta vasta pieza podíanapenas contener la turba de nobles caudillos sajones, que bebíanel brindis de venganza y muerte alrededor de su Monarca.— Es regular, dijo Athelstane á quien sacó de su distracción esteepisodio del discurso de su amigo, es regular que nos envíen ¡i mediodia algún vino y algo que comer: apenas nos han dado tiempopara desayunarnos, y jamás me ha hecho provecho comer inmediatamentedespués de apearme, á pesar de que los médicos dicen quees bueno.»Cedrie continuó el hilo de su historia sin hacer caso de ios ingeniososcomentarios de su compañero.«El emisario de Tosti, dijo, entró en la sala sin que le desanimasenlos gestos terribles de los que le rodeaban, y se adelantó conpaso firme hasta el trono de Harold. á quien hizo una reverencia.—¿Qué condiciones, dijo, tiene que esperar tu hermano lord Rey,si deja las armas y te pide la paz? —El amor de un hermano, respondióel generoso Harold, y el hermoso condado de Cumberland.—Paro si Tosti acepta estas condiciones, dijo el enviado, ¿quéposesionesse darán á su fiel aliado Hardrada, rey de Noruega? —Sietepies de tierra, contestó denodadamente Harold, y quizás doce

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