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344 IVANH0E.—Basta de janctancia, dijo el templario; hartas pesadumbresme abruman en este momento, y no necesito que tú las aumentescon tus reconvenciones.—¿Qué pues es lo que intentas? dijo Rebeca. Dílo, y sea prontoSi vienes á contemplar las desgracias y miserias que me has ocasionado,complácete en ellas, y déjame en paz. El tránsito del tiempoá la eternidad es corto, pero terrible; y yo no tengo sobrado espaciopara prepararme á él.—Conozco, dijo el templario, que no cesarás de atribuirme tusdesventuras, que de todo mi corazón hubiera querido evitarte.—Señor caballero, dijo Rebeca, no es esta, ocasión de quejas:pero lo cierto es que mi muerte se debe á tu desordenada pasión.—Te engañas, te engañas, dijo Brian con grandes muestras deimpaciencia. Me imputas lo que no he podido prever ni evitar,¿Quién habia de pensar en la inesperada venida del gran Maestre,á quien algunos raptos de valor han elevado al puesto que ocupa?—¡Y sin embargo, dijo Rebeca, tomas asiento entre mis jueces, yaunque sabes que soy inocente, apruebas con tu silencio mi sentencia;y si no me engaño, vas á empuñar las armas para defendermi culpa y asegurar mi pérdida!—Ten paciencia, dijo Brian. Nadie mejor que el judío sabe contemporizar con la suerte, y navegar con todos vientos.— ¡Perezca la hora, dijo la hebrea, en que la casa de Israel aprendióesa ciencia de envilecimiento y de ignominia. Pero la adversidaddobla el corazón , como el fuego dobla los metales mas duros.¿Y qué, ha de hacer el que no tiene, sueldo ni patria ni hogar? quéha de hacer el que ha sido arrojado de la mansión paterna, sinosometerse al extranjero á cuya merced se pone? Sin duda nuestrospecados y los de nuestros padres nos han acarreado la maldiciónque hoy nos oprime; pero tú, que te jactas de tu libertad y de!lustre de tu cuna, ¡cuanto mas vil no es tu humillación, puestoque cedes á las preocupaciones ágenos, obrando contra lo que tuconvicción te dicta!—Amargas son tus acusaciones, dijo Brian; mas yo no vengo áreñir ni á disputar. Sabe que Bois-Guilbert no cede á hombre alguno,aunque las circunstancias le obliguen á veces á diferir la ejecuciónde sus planes. Su resolución es como el arroyo de la montaña,que puede rodear al pié de una peña, pero que. por mas estorbosque encuentre, va á parar al Océano. ¿De quién piensa? que

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