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CAPÍTULO xxix.de tantos embarazos. Y vosotros, escuderos ; aquí tenéis ballestasy bodoques. A la barbacana, y que no quede sajón con vida.»Los escuderos, que como todos los partidarios de Bracy, no gustabande la inacción , sino de la vida guerrera, y de las empresasaventuradas, á que estaban acostumbrados, se dirigieron alegremente al punto que les había señalado Frente-de-buey. Ivanhoequedó confiado á Urfrieda; mas esta , que solo pensaba en llevar 6cabo sus proyectos de venganza, dejó al enfermo en manos d*Rebeca.24iCAPITULO XXIX.Los momentos de peligro suelen ser también momentos de franqueza,en que el cariño se muestra sin disfraz : la agitación general de los sentimientos rompe los lazos del disimulo, y descubre loque ta prudencia oculta en tiempos mas tranquilos. Al hallarse denuevo junto á Ivanhoe, Rebeca observó con estrañeza el placer queesperimentaba de tantas escenas de males y peligros. Cuando le tomóel pulso y le preguntó por su salud , sus movimientos y palabrasindicaban un interés mucho mas vivo que el que ella hubieraquerido manifestar abiertamente. Sintióse agitada por un tembló?estraordinario. «¿Fres tú, hermosa doncella?» le dijo fríamenteIvanhoe, y esta pregunta la hizo volver en sí, recordándole que elsentimiento que abrigaba en su corazón no podia ni debía ser correspondido.Escápesele un suspiro, en que Ivanhoe no hizo alto; \las preguntas que le dirigió acerca de su salud fueron hechas enel tono de la amistad. Ivanhoe le respondió en pocas palabras quesu salud se hallaba lo menos mal que podia hallarse en aquellas circunstancias, «y eso, añadió, gracias á tu habilidad , querida Rebeca.»Me llama querida, se decia á sí misma Rebeca, pero ¡con cuantodesden, y con cuanta indiferencia! Su caballo, y sus podencos sonmas preciosos á. sus ojos que la pobre y humillada judía.«Mi espíritu, continuó Ivanhoe, está mas enfermo de ansiedad quemi cuerpo de la dolencia que lo aqueja Por lo que he oido á esoshombres que me han custodiado hasta ahora, be venido en conocimientode que estoy privado de mi libertad; y si no me engaña la

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