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CAPÍTULO IV. 31einos, y atribuyéndoles las culpas que no han cometido. Pero el¿epo y la cárcel castigarán la primera de estas que me hagáis. »Gurth, que conocía los hábitos destemplados de su señor, no procuródisculpar su falta; pero el bufón, que podia contar con la toleranciade Gedric en virtud de los privilegios anexos á su oficio,tomó la palabra por sí y por su compañero : «Por cierto, tio Cedric,le dijo, que no dais esta Doche grandes pruebas de seso ni de razón.»— ¿Qué se entiende, insensato"? respondió el Sajón. ¿ Quieres iral cuarto del portero á llevar una buena zurra, por esas libertadesque tomas 1— En primer lugar, continuó Wamba, dígame tu sabiduría si esjusto que paguen los unos las faltas de los otros.— No por cierto, majadero, dijo Cedric.— Pues entonces, siguió Wamba, tampoco es justo que el pobreGurth sufra la pena cuando el delito no es suyo, sino de superro Fangs, y en verdad puedo decir bajo juramento que no hemosperdido un minuto en el camino, desde que estuvo reunida lamanada, y Eangs no habia aun acabado de reunir la piara, cuandosonó la campana de vísperas.— Entonces, dijo Cedric, volviéndose hacia el porquerizo, ahorcaá Fangs, y compra otro perro.— Con vuestra venia, tio, dijo el bufón, tan injusto seria lo uno• fimo lo otro. Fangs es inocente, puesto que está cojo, y no puedecorrer tras el ganado. Quien tiene la culpa es quien le arrancó lasuñas: y ciertamente, si hubieran consultado al pobre animal acer-• a de esta operación, no creo que hubiera dado su voto en favor.— ¿ Y quién se atrevió á hacer daño á un perro de mi ganado ?esclamó lleno de furor el iracundo Sajón.—¿ Quién habia de ser ? respondió Wamba: Huberto, el guardaííosquede sir Felipe de Malvoisin. Encontró al perro en el coto desu amo, y le castigó por este desacato.— Malos lobos coman á Felipe de Malvoisin y á su guarda-bosque,dijo Cedric: yo les haré ver que la ordenanza de montes, nohabla con su coto. Basta de esto por ahora: tú villano, marcha á tupuesto: y tú Gurth, pon otro perro en tu manada, y si el guardabosquele toca al pelo, nos hemos de verlas caras. Satanás me llevesi no le corto el dedo pulgar de la mano derecha: á ver si puedemanejar después el arco. Qs pido perdón, mis dignos huéspedes.

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