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CAPÍTULO VII. 61rentes algún barón poderoso cpie por su propio interés los amparabay defendía. Otro motivo tenia Isaac para presentarse conmas seguridad en aquel torneo, pues sabia que el príncipe Juantrataba de negociar un empréstito con los judios de York, dándolesen fianza ciertas tierras y joyeles. Isaac tomaba gran parte en estenegocio, y sabia que el Príncipe se le manifestaría propicio y favorable,á fin de terminar pronta y felizmente un asunto que leinteresaba en gran manera.Animado por estas consideraciones, Isaac siguió delante pormedio de la muchedumbre, atrepellando al ilustre normando, y sincurarse de su alcurnia ni de su clase. Las reconvenciones del ancianoescitaron la indignación de todos los presentes. Uno de estos,hombre corpulento y robusto, con doce dardos en la cintura y unarco de seis pies en la mano, se volvió hacia el judío con rostro enque se pintaban el odio y la cólera al través de unas facciones curtidasal sol y á la intemperie. «Acuérdate, le dijo, que no eres masque una araña que, ha engordado chupando la sangre de tantasdesventuradas víctimas. La araña puede vivir solitaria y oscura enun rincón; pero no hay quien no le ponga el pié encima, si seatreve á presentarse á la luz del dia.» Este discurso, pronunciadoen el dialecto normando inglés, y con voz firme y terrible, detuvolos pasos del hebreo, y probablemente se hubiera alejado de tanpeligroso vecino, á no haber llamado la atención general en aquelinstante la llegada del príncipe Juan con su numerosa y alegrecomitiva.' 'omponíase esta en parte de legos, y en parte de eclesiásticos',ios cuales se presentaron no menos engalanados que sus compañeros.Entre los últimos se distinguía el Prior de Jorvaulx, vestidocon toda la magnificencia que permitía su profesión y gerarquía.Usábanse entonces desmesuradamente largas las puntas de las botas,tanto, que algunos se las ataban á las rodillas; pero las delPrior iban sujetas ala cintura, de modo que, le estorbaban ponerel pié en el estribo. No era ligero este inconveniente, pues gustabade lucir su destreza á caballo. Los otros cortesanos que acompañabanal Príncipe eran los jefes favoritos de sus tropas mercenarias,algunos barones aventureros, otros personajes de perversaconducta, y varios caballeros Templarios y de la orden de SanJuan.Debe tenerse presente que los caballeros de estas dos órdenes eran

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