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CAPÍTULO XXXIV '295CAPITULO XXXIV.Dábase un espléndido banquete en el castillo de York, al que elpríncipe Juan había convidado diodos los prelados, nobles y caudillos,con cuyo socorro esperaba realizar sus miras ambiciosas, yocupar el trono de Ricardo Corazón de León. Waldemar Fitzurse,su diestro y político agente, era el resorte secreto de toda aquellamáquina, y id que sostenía entre todos los partidarios el valor queera necesario para hacer una declaración píiblica de los intentosdel Príncipe. Pero había sido forzoso diferir el último golpe, por la•ausencia de algunos miembros importantes de la confederación.El brío emprendedor é irresistible, aunque brutal é imprudente deFrente-de-buey; el arrojo y la ambición de Mauricio de Bracy; la,sagacidad, la pericia militar y el acreditado valer de Brian de Bois-Muilbert, eran elementos indispensables al buen éxito del plan, ymientras maldecían en secreto su importuna ausencia, ni Juan nisu favorito osaban dar un paso adelante de su ayuda. También habíadesaparecido Isaac de York, y con él la esperanza de ciertassumas que debía suministrar, en virtud del contrato celebrado conel Príncipe. Todas estas circunstancias eran fatales á, su partido, entan crítica y decisiva urgencia.Por la mañana del dia siguiente al de la destrucción del castillode Frente-de-buey, empezó á susurrarse, en la ciudad de Yorkque el Barón, de Bracy, Brian y sus confederados habían perecidoó caido en manos de sus contrarios. Waldemarfué el que dio la primera,noticia al príncipe Juan, indicándole sus temores de que tamañadesgracia hubiese, provenido del ataqué planteado por Bracycontra el Sajón y su familia. En otras circunstancias, el Príncipe nohubiera visto en aquel atentado masque una risible niñería; perocomo entonces se oponía, ó á lo menos retardaba la ejecución desus miras, se puso á declamar violentamente contra los agresores,deplorando la infracción de las leyes y del orden público, como hubierapodido hacerlo el mismo rey Alfredo.«¡Inicuos raptores! decía el Príncipe. Si llego á sentarme en e]trono de Inglaterra, por las barbas de mi padre que los be de colgaren las puertas desús castillos.

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