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278 IVANHOE.respondió el sajón, apretando en sus manos las del caballero. Cuentacon ello, aunque importe la mitad de mi hacienda.—No empeñes tan ligeramente tu palabra, dijo el paladín; aunqueespero conseguir mi demanda sin comprometer tus bienes ni tuhonor. A Dios; hasta entonces.—Solo me queda que decirte, añadió Cedric, que durante las exequiasdel noble Athelstane, fijaré mi residencia en el castillo de Coaingsburgh.Aquellas puertas estarán abiertas á todo el que quieraparticipar del fúnebre banquete; y jamás se cerrarán para quientan animosamente se esforzó, aunque en vano, por salvar al ilustrejoven, de las cadenas y del hierro de los normandos. Ligólo en nombrede la noble Edita, madre del difunto Príncipe.—Y cuenta, dijo Wamba, que ya habia tomado el puesto acostumbradojunto á su señor, cuenta que el convite será suntuoso, yes lástima que no asista á él Athelstane.Esta chanza hubiera costado cara al bufón, si Cedric no hubieratenido presente los últimos servicios que le habia hecho.Rowena saludó cortesmente al del Candado : Cedric le repitió susofertas, y toda la comitiva tomó á paso levantado el camino deRotherwood.Apenas se habían separado del sitio en que quedaban sus amigos,atando vieron una procesión que marchaba en la misma direcciónque ellos, por entre las verdes calles de la selva. Eran los monjes deun monasterio inmediato, que acompañaban el cadáver de Athelstane,entonando los salmos y oraciones que la Iglesia dedica al sufragiode las almas. Llevaban el ataúd los servidores de la ilustrefamilia, y se encaminaban al castillo de Coningsburgh, para depositarlos restos mortales del Barón en la misma bóveda en que reposabanlos de su progenitor Engisto. Muchos de sus vasallos, al saberla noticia de su muerte, se habían unido al triste acompañamiento,y seguían el ataúd, dando muestras del dolor que aquellapérdida les ocasionaba. Los monteros se pusieron en pié, y tributaroná la muerte el mismo homenaje espontáneo y respetuoso queantesjhabian tributado á la hermosura. El canto pausado y melancólicode los religiosos les trajo á la memoria los compañeros quehabían perdido en los combates del dia anterior : pero semejantesrecuerdos no duran mucho en hombres acostumbrados á una vidade aventuras y peligros: y antes que el eco de los himnos fúnebresse hubiese perdido en los circuitos de la espesura, los monteros es-

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